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El saneamiento, problema pendiente

Que Madrid es una ciudad que está .constantemente haciéndose, que nunca se acaba es algo que se ha repetido hasta la saciedad y a nadie le va a sonar de nuevo. Y que Madrid necesita de un fuerte impulso para convertirla en una ciudad medianamente cómoda también se ha dicho en más de una ocasión. Pero esos esfuerzos, en la mayoría de las ocasiones no se acometen, por una razón u otra. Una vez será la falta de financiación y otra, la falta de interés de aquellas personas que podrían convertir en realidad una necesidad. Pero lo cierto es que los grandes proyectos en los que debiera embarcarse esta ciudad nuestra se van demorando en el tiempo, sin que nadie los acometa y contando con la paciencia o el estoicismo de los ciudadanos.Madrid necesita que se urbanice su suelo, qué se cree suelo -del que tan escaso andamos, para beneficio de las inmobiliarias- que se agilice la infraestructura del transporte dentro de la ciudad y hacia sus extremos, que tanto han crecido en los últimos años... Madrid necesita que, de una vez por todas, alguien se ponga seriamente a construir Madrid, a hacer, simplemente, lo que todos los que, hasta ahora, han ocupado un puesto de responsabilidad en la organización de Madrid, han dejado de hacer, por las razones que sean.

Una de esas cosas que quedan permanentemente en el olvido o que, cuando menos, cuando existe una cierta planificación, se van demorando y demorando, para desespero de muchos madrileños, es la Creación de una buena red de saneamiento para la ciudad. Madrid ha conseguido que su río, por muy aprendiz que sea, con muy poco esfuerzo, se convierta en una auténtica cloaca maloliente nada más llegar a sus cercanías. Dicen que de la contaminación del Manzanares se han llegado a quejar, incluso, más allá de la frontera portuguesa. Aún sin pensar en eso, la preocupación mayor de los que dirigen y organizan la ciudad debería ser la de hacer desaparecer, de una vez por todas, un foco de infección permanente y crónico al lado justo de las viviendas de los madrileños.

Para que ese foco de infección, el Manzanares, fuera desterrado de la vista y del olfato de los tres millones largos de ciudadanos de Madrid había que realizar una inversión que rondaría una cifra similar a los 6.550 millones de pesetas, para poder efectuar un plan con un horizonte situado en el año 1979.

Evidentemente, tal cantidad de pesetas escapa de las posibilidades actuales e inmediatamente futuras del Ayuntamiento de Madrid. Sería tal el trabajo a realizar, entre doblar colectores, triplicarlos, en algunos casos, construir depuradoras en fase secundaria o terciaria, etcétera, que ni poniendo todo el esfuerzo municipal en la tarea se podría acometer.

Una forma de solución residiría en que hubiera alguna empresa que fuera capaz de hacerse cargo de esta inversión, aunque sea en forma escalonada, y que después, de alguna forma, se lo pudiera cobrar a los madrileños. A lo mejor, esa misma empresa podría ser el propio Ayuntamiento, a base de conseguir créditos, oficiales o no. Pero lo cierto es que, en definitivas cuentas, quien vendría a pagar sería el habitante de la ciudad, como si de una contribución especial se tratara.

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