Los apuros de la socialdemocracia
La renovada coalición social-liberal ha cumplido los primeros cien días de gobierno en un ambiente de desasosiego. Su ocunación principal ha consistido en tratar de esquivar los golpes, reaccionando a una serie de escándalos, fracasos y conflictos que con precisión alarmante se han seguido en las últimas semanas: el caso Traube; ilegalidad también comprobada en el proceso de Stammheim; resultados catastróficos en las elecciones municipales de Hessen; amenazas represivas contra la nueva dirección de los «Jóvenes Socialistas». La prensa ha informado ampliamente sobre todos estos hechos. Lo que no ha quedado tan claro, es la estrecha relación que entre ellos existe, en cuanto aspectos parciales, pero harto sintomáticos, de la crisis profunda por la que pasa la socialdemocracia.Que no hay alternativa real al capitalismo es el supuesto en el que la socialdemocracia basa toda su política. La única opción realizable. sería el modelo estatista soviético, pero que hay que descartar por completo conocidas sus enormes fallas: aplastamiento brutal de las libertades individuales, sin conseguir por ello una dinámica socieconómica convincente. Para un futuro impreciso, se especula con modelos teóricos de un socialismo humano y democrático; pero para el tiempo histórico en el que cabe concebir y realizar una política, estos modelos constituyen utopías que sólo interesan a un par de intelectuales. La base electoral de la socialdemocracia, las amplias capas de asalariados de todos los niveles, no,quieren experimentos que puedan cuestionar las libertades o el tren de vida que el capitalismo parece garantizar. Desde el momento que la mayor parte de la población se identifica con el orden social establecido, un partido democrático que busque el apoyo de la mayoría, ha de deshacerse de ideologías que, como la marxista, cuestionan a la sociedad en su totalidad.
Si se acepta el principio democrático de que únicamente las mayorías tienen acceso al Poder, y que conseguirlo es el primer deber de un partido, entonces la verdad de un programa se hace patente en los votos que reúna. El programa de Bad Godesberg, por el que la socialdemocracia alemana se deshizo de sus últimos resabios marxistas, integrándose plena mente en el capitalismo desarrollado, mostró su eficacia al atraer cada vez mayor número de votantes. Rotas las fronteras de clase que antes la habían tenido maniatada la socialdemocracia pudo convertirse en el «gran partido de todo el pueblo», logrando así llegar al Gobierno. Y aunque gobernar sólo es posible dentro de cauces estableci dos, más vale hacer cosas desde el compromiso del Poder, que con templar impotentes el acontecer político desde la pureza de la oposición. El que socialdemócratas y liberales puedan gobernar juntos, es prueba cabal de la aceptación plena de los principios de la «economía de mercado» y de sus correspondientes instituciones políticas y sociales. La llegada de la socialdemocracia al Poder no podía significar cambio importante, ni siquiera como tendencia a más largo plazo. Sin embargo, a una buena parte del electorado pareció esta coalición más atractiva que la anterior conservadora-liberal, por que se suponía en la Socialdemocracia mayor capacidad de reformas, aunque fuese respetando los moldes del sistema, y sobre todo un mayor empuje democratizador, en razón de su vieja tradición obrera. - La experiencia de once años de participación socialdemócrata en el Poder han relativizado, si no aniquilado, estos dos supuestos.
Sin mayor capacidad reformista, ni dando desde el Poder pruebas de mayor convicción democrática, es comprensible que la socialdemocracia vaya perdiendo su base electoral progresista, sin por ello ganar la bien asentada. de los conservadores. Para gestionar administrativamente el sistema, también sirven los demócratas cristianos, y éstos tienen además la ventaja de estar más cerca del poder económico y más lejos de los sindicatos. Si a todo esto añadimos la crisis económica mundial, con sus repercusiones en el mercado de trabajo, y el desgaste que conlleva siempre el uso del Poder, se explica perfectamente el bajón que la socialdemocracia ha experimentado en el favor del electorado. Las elecciones municipales de Hessen confirmaron una vez más la tendencia a la baja que afecta a la socialdomocracia. No cabe duda que sobre ello meditan largamente sus compañeros de coalición, poco .dispuestos a desaparecer con el hundimiento electoral de los socialdemócratas.
En situación tan grave es comprensible que la base se inquiete. Los socialdemócratas, aparte de los oportunistas de turno, se reclutan entre gentes críticas que, sin caer en un revolucionarismo utópico, no aceptan sin más el orden establecido. La búsqueda de alternativas reales, de una política de recambio, ha caracterizado sobre todo a la organización juvenil, por ello en permanente tensión con la dirección del partido. En el último congreso de Hamburgo, y por una diferencia de cuatro votos, sucedió lo que no debía suceder: presidente de los «jóvenes Socialistas» resultó elegido el abogado berlinés Klaus-Uwe Benneter, líder de la fracción izquierdista. Sin entrar en razones ni permitir la menor discusión, la dirección del partido ha amenazado con medidas disciplinarias, si en el punto crítico de colaboración con los comunistas, los jusos mostraban la menor autonomía.
No sólo la Socialdemocracia no constituye hoy alternativa alguna al sistema establecido, sino que su solidaridad a ultranza con él, obliga'a disciplinar a la base, impidiendo cristalice en sus filas cualquier posición crítica. Las contradicciones y apuros de la Socialdemocracia vienen a confirmar el viejo principio socialdemócrata, que si bien es cierto que no cabe socialismo sin democracia, tampoco arraiga la democracia si no se camina hacia el socialismo.
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