De Cavalcanti a Ausias March
En medio del torbellino de la polemiología política o histórica, e incluso del destape, todavía encontramos quien, como el monje medieval de la miniatura, tiene el recogimiento suficiente, el humanismo y la destreza poética para traducir en verso a dos de los mayores poetas medievales. Juan Ramón Masoliver, crítico literario, animador de revistas o empresas culturales y apartado de querellas de bandería, lo ha logrado en años de forcejeo y de desánimo.En sus mocedades conoció a André Breton y fue una especie de secretario de Ezra Pound, y junto a él aprendió el arte de saber leer y traducir al inglés los versos de Guido Cavalcanti, el caballero florentino que se vio envuelto en las temibles guerras entre güelfos y gibelinos. El prólogo de Masoliver, terso y elegante estilista, nos sitúa en aquella Florencia, crisol de la cultura, con la vivacidad y la precisión de un cronista coetáneo. La sociedad, dominada por la burguesía en pugna con los señores feudales, era tan refinada que dio origen a lo que se ha convenido en llamar el dolce stil novo, cuyo adalid parece ser Cavalcantí. Dante le admiraba al considerarle «primo de mielarnici» , y entre ambos se intercambiaban poemas. La poesía cavalcantiana es, naturalmente, platónica, tributo a su época, pero tiene «formas mucho más terrena les» que le alejan de ciertos líricos famosos de¡ siglo XIII. Sus fuentes no serán, pues, las luchas políticas y sociales, que tanto le enzarzaron, sino la profundidad de la conciencia, el amor como gozne sobre el cual gira el universo, e incluso algunas ideas filosóficas- Los veintisiete poemas que traduce Masoliver son, a veces, preciosistas o crípticos, pero metros y acentos y la «férrea cadena de rimas» han pasado al castellano sin ripios ni es capismos malabares. ¡Prodigiosa tarea de quien para ello ha de situarse casi fuera del tiempo! Pero Masoliver es experto en ambos idiomas y conserva la esencial, la alacridad y la forma de Cavalcanti. -Bienvenido sea el libro de un autor que ni nuestros sagaces escritores medievales, ni los jesuitas, expulsos ni los críticos o traductores modernos han sabido ofrecer a los lectores castellanos. Dos siglos más tarde, Ausias March, caballero valenciano y primer poeta en lengua catalana de la Edad Media, escribió 10.000 versos y tuvo también una vida ajetreada: luchó con vanas ¡expediciones reales en Italia, dejó por lo menos cínco bastardos y fue halconero mayor de su majestad. Como afirmó que un verso famoso, abandonó el estilo de los trovadores y creó su imago mundi, difícil ya para el lector catalán porque, junto a imágenes insólitas y flamígeras o fragmentos rotundos (diríase in cluso «estilnovistas»), aparecen inevitables adherencias escolásti caso discursivas. March, el más glorioso de una dinastía de hombres de letras, surge en una ciudad bullanguera como Valencia y en medio de una sociedad llena de contradicciones. Pero, su genio se impone. ¿Habrá que recordar que fue traducido rápidamente al castellano y que su influjo llegó al marqués de Santillana, su amigo; a Boscán, Garcilaso, Herrera e incluso a fray Luis de León? La antologia de Masoliver aprovecha grandes traducciones clásicas, desde Baltasar de Romaní, Jorge de Montemayor o el Brocense, a un anónimo del Escorial del siglo XVI y Quevedo hasta llegar a los modernos: Félix Ros, Enrique Badosa Juan Antonio Icardo y José Batlló, editor de la obra y cuyo empeño y pasión son, desde hace años, publicar a los poetas, sin tiempo ni mecenazgos. Pero no voy a descubrir a estas alturas a March, aunque me fije en su dicotomía espiritualismo,-sensualismo y en que sus versos fueron amasados en una «lengua pétrea, de cantos aguzados y modismos coloquiales». Masoli ver, aparte de completar versiones incompletas (sobre todo codas), ha traducido el abstruso y famoso "Cant espiritual» y ha añadido una preciosa bibliografía de traducciones castellanas de Ausias March. Cavalcanti y March se enfrentan con el mismo interrogante existencial: la contradicción amor-muerte. Siempre es arduo leerles en, lengua original, pero también traducidos, a pesar de que Masoliver ha desbrozado el camino incluso ton notas muy breves que aclaran el sentido del poema. Lástima que la brevedad de este comentario me prive de citar, por vía de ejemplo, algunos fragmentos característicos de dos poetas que representan para cada generación que los descubre un manantial que no cesa
Guido Cavalcanti
Rimas. Edición bilingüe, traducción y prólogo de Juan Ramón Masoliver. Seix Barral. Barcelona. 1976 Ausias Marck Selección, prólogo y notas de Juan Ramón Masolíver. Los Libros de la Frintera Barcelona, 1976.
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