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Inquietud ante la celebración del "Aberri Eguna"

La celebración del Aberri Eguna, que hace tan solo una semana se presentaba como una fiesta vasca multitudinaria y pacífica, había adquirido anoche unos tonos altamente inquietantes. A la prohibición del Gobierno han contestado los grupos políticos, manteniendo sus respectivas convocatorias y radicalizando muchos de ellos sus planteamientos reivindicativos.

Desde ayer por la mañana, Vitoria se encontraba prácticamente cercada, con todos sus accesos rigurosamente controlados por la Guardia Civil, que no permitía la entrada a quienes no acreditasen su residencia en la capital alavesa.

A pesar de todo, numerosos grupos habían conseguido entrar en Vitoria para el mediodía, la mayoría de ellos por tren, un medio de transporte más difícil de controlar. De este modo, la ciudad ofrecía un curioso aspecto: de un lado, era notoria la ausencia de millares de vitorianos que se habían marchado de vacaciones o implemente de fin de semana para evitar posibles altercados; de otro, numerosos grupos de «mendigoizales» (montañeros) deambulaban por las calles más céntricas.

A los rigurosos controles para entrar en la ciudad responde, según todos los indicios, una nutrida presencia de policía armada llegada de otras provincias, que mantenía una férrea vigilancia en las calles.

Todo hace prever que el cerco policial impedirá la llegada del contingente más grueso al Aberri Eguna, cuya salida en centenares de autobuses está prevista para esta misma mañana desde todos los puntos del País Vasco .Como primera medida, la Jefatura Superior de Policía de Bilbao prohibió ayer a las empresas de autobuses realizar viajes a Vitoria este domingo. Lo más lógica es que la inmensa mayoría de los 100.000 vascos que se esperaban en Vitoria deban celebrar un Aberri Eguna itinerante, porque la fuerza pública tratará de impedir también su acceso a las citas de recambio anunciadas en la provincia de Guipúzcoa.

En medios oficiales inquieta seriamente la presencia en Vitoria de los grupos más radicalizados, aquellos que estaban dispuestos a entrar a cualquier precio, aunque fuera al de caminar durante bastantes kilómetros. Por otra parte, una larga jornada de autobús de un pueblo a otro, expulsados de todas las carreteras, puede originar tensiones altamente peligrosas, teniendo en cuenta además que la prohibición del acto ha sido recibido con indignación en los medios populares.

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Una negociación difícil

El Aberri Eguna es una fiesta nacional, que ha sido asumida ya como tal por el Pueblo Vasco, pese a que se instituyó en fecha todavía reciente, ya que su primera celebración se remonta únicamente al año 1932. Lo convocó el Partido Nacionalista Vasco para conmemorar sus bodas de oro.

Recordando tal vez los orígenes, el PNV decidió este año convocar al pueblo vasco en solitario, vistos los incidentes registrados durante los últimos años y las dificultades para alcanzar un acuerdo entre todas las fuerzas vascas. En este sentido, firmó en febrero un llamamiento para acudir el 10 de abril a Vitoria.

Su iniciativa causó sorpresa y una cierta indignación entre los demás partidos vascos, que contraatacaron señalando el carácter nacional que había adquirido esta jornada. El 11 de marzo se celebró en Vitoria una reunión de todas las fuerzas vascas en la que se acordó, con excepción del PNV, convocar conjuntamente este Aberri Eguna de Vitoria bajo el símbolo de la ikurriña, con libertad de emblemas de partido, y con tres consignas básicas: amnistía total, estatuto de autonomía y libertad para todas las ideologías.

Después de celebrar su congreso de Pamplona, el PNV aceptó, sin embargo, convocar junto con las demás fuerzas bajo dos condiciones: la ikurriña como único símbolo y limitación de pancartas a las tres consignas ya establecidas. Le secundaron el PSOE, ESB y PCE. Los cuatro pidieron permiso para celebrar la jornada oficialmente y negociaron con el Gobierno. Cuando todos esperaban la autorización, llegó la negativa oficial.

Mientras tanto, ANV, ESEI y EKA (Partida Carlista de Euskadi) aceptaban básicamente estas condiciones, pero exigían el máximo respeto por pancartas de otro signo que pudieran llevarse y abundaban en la necesidad de seguir negociando para llegar a una convocatoria unitaria.

Las demás fuerzas, agrupadas fundamentalmente en el Euskal Erakunde Herritarra (Organismo Popular Vasco) no aceptaban limitaciones de ningún tipo a la libertad de expresión en las pancartas firmadas por cada organización e interpretaban la iniciativa de los cuatro primeros partidos como una maniobra para dejarlos al margen y para cargar sobre ellos la eterna acusación de extremismo.

Las últimas celebraciones

En general, todas las últimas ediciones del Aberri Eguna las que se han celebrado desde 1966, han estado presididas por una enérgica intervención de las fuerzas del orden. Precisamente hace once años hubo dos convocatorias, una de ellas firmada por el gobierno vasco para acudir a Vitoria y la otra con el sello de ETA para estar presentes en Irún, Pamplona y San Sebastián serían las dos citas de los años siguientes, para abstenerse en 1969 de acudir a concentración alguna. Se registró después una laguna de cinco años, para volver a las convocatorias en 1974. Este año y el siguiente fue Guernica el escenario del Aberri Eguna. En la primera de estas ocasiones contó con un espectador de excepción, el presidente del gobierno vasco en el exilio, Jesús Maria de Leizaola que había entrado en España de forma clandestina.

Ayer Europa Press difundía un documento que, al parecer, hizo llegar a Radio Álava una persona anónima y que debe ser recibido con grandes reservas. En él se dan instrucciones a seguir en las manifestaciones por militantes de « grupos» (sic). «Los militantes —dice el documento— han de infiltrarse en la cabeza de los movimientos de masas para buscar la máxima radicalización de actitudes y enfrentamientos, provocando la actuación violenta de los grupos represivos sobre las masas. Los momentos más adecuados son aquellos en los que la provocación puede ser más rentable, al paso de edificios oficiales.» En medios políticos vascos el texto, difundido la víspera del Aberri Eguna, ha despertado hilaridad.

El ministro de la Gobernación permanecía desde el mediodía en su despacho, atento a la marcha de los acontecimientos en Vitoria.

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