La europa "de los nueve" es difícilmente ampliable
El último Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la CEE, celebrado el pasado martes en Luxemburgo, fue un ejemplo en la materia, en lo que se refiere a precauciones ante la affipliación del Mercado Común hacia el sur de Europa.Los portugueses obtuvieron confirmación del «sí» político, pero ahora empezarán los «peros» económicos. Los griegos, que se encuentran ya, teóricamente, en «plena negociación» de adhesión, se llevaron de Luxemburgo un conjunto de promesas, pero nada más.
Los nueve se muestran reservados ante la ampliación. La crisis económica les obliga a ser prudentes. Las divisiones internas, en una Europa casi ingobernable «a nueve», hace pensar a todos que una Europa «a doce» se diluirá en una simple zona de libre comercio. La idea de una «Unión Europea» puede fracasar y, para muchos dirigentes, es más fácil cargar las culpas a la eventual e hipotética ampliación, que buscar soluciones ahora, sacrificando nacionalismos de vía estrecha.
En el caso de España las cosas no están todavía maduras. Andamos aún por los caminos de las «adaptaciones técnicas» y demás, cuando el resto de candidatos están ya en plena carrera.
Si todos los países de la CEE dirán «sí» no por ello se ocultan las reservas, ante la candidatura española. Algunos de ellos, como Francia, van descubriendo públicamente su doble lenguaje utilizado hasta ahora.
Hasta ahora conocíamos la reacción de la derecha francesa en el Poder, políticamente favorable a ser el «padrino» de España en Europa -cobrando algunas contrapartidas, naturalmente- pero económicamente, o «agrícolamente» si se prefiere, contraria a la entrada de España.
Pero Francia celebrará elecciones legislativas antes de que empiece la verdadera negociación de adhesión de España a la CEE. ¿Y si gana la izquierda, cuál será la opinión de la Unión de la Izquierda sobre la entrada de España al Mercado Común?
A nivel económico el Partido Socialista Francés se declara abiertamente moderado. Partidario de soluciones intermedias. Postura que confirma, a nivel político, su propio secretario general, François Mitterrand, en una entrevista publicada en Le Nouvel Observateur ha dicho «no debemos transformar el Mercado Común en una zona de libre cambio. Ni Grecia ni España están en situación de adherirse, ni en su propio interés ni en el nuestro, aunque habrá que buscar un tipo de acuerdos intermedios. Por el contrario Portugal debería entrar en virtud de sus producciones y su realidad política».
A Mitterrand parecen preocuparle poco, y con razón, los vinos de Oporto y los concentrados de tomate portugueses y mucho la permanencia en el poder de su amigo Mario Soares.
Los comunistas franceses, que completan la Unión de la Izquierda son aún menos entusiastas que sus aliados socialistas en cuanto a la ampliación de la Comunidad. Un miembro de su grupo en el Parlamento Europeo, manifestaba a EL PAIS hace unos días que su partido era contrario a la ampliación, debido a los problemas que traerá para la clase obrera francesa.
La labor del primer Gobierno democrático español, en su camino hacia Europano será fácil. Quizás cuente con la ventaja de que España, a nivel económico, ofrece más atractivo que Grecia o Portugal para Europa. Sobre todo para la Europa actual que sigue siendo la «Europa de los mercaderes» en su versión moderna que protagonizan las multinacionales.
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