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Crítica:Ligera
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La canción andaluza, en superación del nacional-flamenquismo

Podría decirse que la canción andaluza se ha introducido por la puerta falsa del conocimiento popular. ¿Quién, desde su más tierna infancia, no ha soportado, víctima impasible, las increíbles creaciones del «nacional-flamenquismo»? ¿Quién no ha tenido un sombrero, ha perdido su carro o ha regañado a su novia por llevar minifalda?

La superficialidad de todo este montaje, la endeblez general de su estética (caso de que existiera) sólo se explican por el apoyo masivo del aparato oficial y por una autarquía en lo económico, que impelía a resaltar nuestras capacidades raciales en lo artístico. Ese «flamenquismo» se convirtió en identificación de todos los pueblos del Estado, y así pudimos observar con regocijo, cómo, en sus viajes, los catalanes se veían obligados a batir palmas, los gallegos a emitir «jipios» varios o las madrileñas o asturianas a vestir sus faralaes en cualquier recepción de corte «típico». Todo este invento del que antes hablaba tiene unas raíces, raíces que se hunden en el espíritu del pueblo andaluz, manifestándose a través del canto. Canto y no cante. La copla popular no puede identificarse con el flamenco, aunque, como decía alguien, tengan la misma madre y el mismo padre. En estos tiempos han proliferado cantaores flamencos, que como Gerena, Menese o Morente, rebasaban en su temática los antiguos «clichés» de «mi mare» o «mi tierra chica». A su lado encontramos un vacío grande en lo tocante a la canción andaluza. Una primera visión revela que el «cante jondo» es mucho más dificilmente asimilable que la tarea de recuperación de la copla era un esfuerzo titánico y sujeto a todas las ironías y comparaciones fáciles.

En 1969 Antonio Mata, Carlos Cano y Pascual y Juan de Loxa fundaron el Manifiesto de la Canción del Sur. El movimiento no cuajó por muchas y variadas razones, la fundamental de las cuales fue el absoluto aislamiento en que se movieron los fundadores. Hablanco con Carlos y Antonio, esta profunda soledad sale a relucir una y otra vez. El hecho es que Manifiesto no llegó siquiera a disolverse, se consumió de una forma paulatina y apenas exteriorizada. Sus componentes de un principio siguen o dejaron la canción, pero siempre en solitario.

Carlos Cano es el que ha mantenido de manera más constante y consciente la llama de la canción popular andaluza. Sus trabajos no se paran en lo anecdótico, en el estereotipo que la ha identificado en los últimos cuarenta años, sino que ha intentado evolucionar, profundizando en la música y tratando de dar una alternativa válida en lo conceptual y en lo estético. Ante él se abre un ancho camino.

Antonio Mata desapareció. Ahora vuelve, primero de manera indirecta, a través de colaboraciones con Triana y actualmente con Miguel Ríos (cuya obra, por cierto, busca día a día un mayor entronque con su tierra y sus gentes). Antonio se encuentra en puertas de grabar un LP y, si él quisiera, podría recoger la herencia y las posturas que dejó el Manifiesto en su breve deambular.

Junto a ellos existen hombres, individuos aislados, cuya dedicación plena a la canción no está todavía muy clara. Hablo de Enrique Moratalla de Angel Luis Luque o de Miguel Angel Molina. El tiempo dirá y decantará actitudes.

Benito Moreno

Benito es un fenómeno. Es decir, algo extraño y de difícil filiación. Debe llevar aproximadamente trece años en Francia, y se le nota. Su trabajo sobre el Lute llamó la atención de propios y extraños. Posteriormente ha seguido en una línea de composición sencilla, sin excesivos matices. Sus posibilidades vocales son más bien limitadas; su enfatización de los temas, nula. En cuanto a los textos, los granea de ripios como «tus ojos topacio que me miran despacio...». Con todo lo dicho queda clara mi opinión sobre Benito. Y, sin embargo, el fenómeno existe en tanto, consigue convencer a amplios sectores, incluso de la crítica, acerca de la validez de su obra. Todo un misterio.

Jarcha

El caso de Jarcha tuvo perplejo a todo el mundo durante un cierto tiempo. Dentro de los especialistas se desató una polémica bastante amplia acerca del oportunismo o del interés de su trabajo. Su Libertad sin ira la resolvió de un plumazo. No voy a entrar a analizar sus intenciones, allá cada cual. Lo que si diré es que el populismo barato ha dado sus primeros retoños. Jarcha han sido los primeros, pero llegarán muchos más al compás de los nuevos tiempos. Entonces, éste es el gran peligro de estas manifestaciones, será difícil despejar lo verdadero de lo falso y además, no habrá quien lo aguante. Esperemos que una racha deje tras de sí a los que basan su labor en algo más que en el dinero rápido y en un éxito de «vedette».

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