Una tenaz luchadora
Indira Priyadarshini («a la que gusta mirar») ha estado asociada a la política hindú durante toda, su vida. La hija única de Nehru, nacida en 1917, ya luchaba contra los colonialistas británicos cuando tenía doce años. Desde 1938 formaba parte del Partido del Congreso y en 1942 pasó un año en la cárcel acusada de subversión.Con la independencia, en 1947, y el acceso de su padre al cargo de primer ministro, comenzó su cartera pública, que la llevaría en 1955 al comité ejecutivo del partido, y cuatro años más tarde, en febrero de 1959, a su presidencia, de la que dimitiría un ano después. Por entonces comenzaba su fama de administradora y también las primeras acusaciones de nepotismo.
Durante la enfermedad de su padre, en 1964, se convirtió en virtual primer ministro en funciones. y a su muerte ocupó el Ministerio de Información. Primer ministro desde 1966, su consagración política llegó en 1971, en cuyas elecciones legislativas obtuvo una espectacular victoria, que fue inmediatamente impugnada por la oposición. Cuatro años más tarde, el Tribunal Supremo declaró nulos los comicios, por apreciar fraude electoral. Entonces la primer ministro, ayer dimitida, declaró el estado de excepción y se libró, a una depuración de sus adversarios, modificando autoritariamente la Constitución y aplazando sine die las elecciones. El recrudecimiento. de la represión que siguió corrió parejo con el crecimiento económico, debido al férreo control de las reivindicaciones obreras.
Indira Gandhi no ha querido ver el desastre electoral al que abocaba el ascenso incontrolado de su hijo Sanjay, deseoso de imponer su control sobre el aparato de la juventud del Congreso, mientras su respaldo conocido eran las multinacionales alemanas y norteamericanas.
Ella misma aspiraba al papel carismático de su padre, pero carecía de las cualidades que habían hecho posible que Nehru encarnara el inconsciente colectivo de un pueblo, el mismo que ha demostrado hace dos días saber distinguir los límites entre poder y dignidad.
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