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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Los gamos

Iba yo a comprar el pan y me encontré al señor Fuertes de Villavicencio, que venía con una garrota en la mano:-¿Han visto ustedes por aquí un gamo asilvestrado?La garrota la traía ensangrentada. Parece que se les ha escapado algún gamo listo de la matanza de Riofrío, que es lo más espectacularmente sádico que se ha producido en Europa desde que Hitler fabricaba jabón de tocador y lociones aftershave con los judíos checos, entre los que había alguna pálida muchacha amada por Kafka en sus Diarios.-Acollonante lo de los gamos -medita el parado cuando ya Fuertes de Villavicencio se ha perdido en lontananza con su garrota. Claro. Y la cosa hace mella en la educación de un pueblo. El señor Fuertes de Villavicencio, cuya alucinatoria y supuesta imagen hemos disfrutado esta mañana, por un caso de cerebración inconsciente que sólo podría explicar Pitita, parece que no ha llegado a tiempo de evitar la matanza de gamos de Riofrío, pero sus explicaciones al respecto tampoco han sido convincentes. Matar un gamo es para mí tan grave como matar un judío, un ruiseñor, un rojo, un cristiano o un ciervo. Cuentan que por El Pardo, en vida de Franco, había un furtivo que le robaba los ciervos al general. Le fue más fácil a Franco acabar con la oposición interior y la resistencia que cazar al furtivo de El Pardo.

-Antes se desahogaban con los proxenetas, judeomasónicos e intelectuales en general. Ahora, como en toda esa gente es ya la leal Oposición de Su Majestad, se desahogan con los gamos. Aquí el caso es pegar a alguien -dice el abrecoches.

Entre las víctimas, había un gamo hembra, preñada, que tenía los ojos adolescentes y enamorados de Ana Frank.

Me lo dijo don Ramón del Valle-Inclán en la Granja del Henar, mientras posaba de perfil para la biografía de Gómez de la Serna:

-Yo dejé la política porque había un diputado que se iba a matar faisanes del patrimonio nacional con sus amigotes.

El poeta Carlos Oroza se bajó una vez de un coche porque el conductor había atropellado una gallina. Un señor que había hecho la guerra me propuso un día matar ciervos en la carretera con su automóvil. Era la manera que tenía de pasar la tarde. He visto en Madrid, el Living Theatre, que parecen ya un asilo de viejos escenificando la cuaresma, y su creador, Julián Beck, nos ha propuesto siete meditaciones sobre el sadomasoquismo político, que es como llama él a la matanza del gamo o del rojo con nocturnidad y alevosía. Lo que no podemos pasarnos es sin zurrar a alguien. Antes de que la democracia inarrugable de la Moncloa haya interrumpido nuestra ilustre tradición guerracivilista, ya le hemos declarado la guerra civil a los gamos, que al fin y al cabo son unos españoles líricos, pacíficos y mejor educados que algunos columnistas políticos.

-Lo de los gamos a lo mejor lo han hecho por venderla carne -sugiere el abrecoches, que pasea siempre su pata de palo por la interpretación materialista de la historia.Eso sería lo de menos. Siempre hay una coartada económica para justificar el delicado capricho de matar, que está en el hombre mucho antes de la acuñación de la moneda. Hay una España que ama los animales y plantas siempre que se pueda zurrar al prójimo. Pero ahora que el prójimo se ha hecho demócrata y amigo de la Unesco, vuelven a echarse al monte para la cruzada contra el gamo judeomasónico. Y eso que los gamos no habían pedido todavía lo de Dolores a Madrid.

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