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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una versión irónica de "La madre"

Después de un gran susto administrativo, la sala Cádarso reabrió sus puertas para presentar la versión que el Grupo Internacional de Teatro ha hecho de La madre, de Máximo Gorki. La versión reafirma lo tantas veces indicado. Cadarso no es un lugar que pueda ser medido con los parámetros de los locales comerciales al uso, sino un centro cultural y experimental como hay tantos en el mundo entero. El carácter modesto y agraz de la mayoría de los grupos actuantes -entre los que se incluye el GIT- requiere ese espacio escénico libre y ese público joven, estudioso e inquieto. Suerte para la sala.La madre, (Vida de la revolucionaria Pelagia VIassova de Tversk) es una espléndida novela que recoge admirablemente la realidad social prerrevolucionaria, enmarcando la lucha y estudiando sus contenidos humanos en el complejo proceso dialéctico que desembocó en octubre de 1917. La sensibilidad de Gorki convirtió su rebeldía y su angustia en puro arte. Tanto es así, que el propio Stanislanski reconoció que el teatro de arte de Moscú debía a Gorki la fijación de su línea politico-social. Y, en efecto, Gorki dio a Los pequeños burgueses y Los bajos fondos, un tono crítico genial que no emborronaba las capacidades analíticas de Zola o Balzac, tan admirados por el ruso.

La madre, de Máximo Gorki

Versión teatral: Grupo Internacional de Teatro. Colectivo compuesto por Mánica Rúffolo, Rosa Castillo, Angel Sánchez, Andrés Cienfuegos, José Prodanovich, Raúl Perotti y Oscar Sosa. Sala Cadarso.

Quizá se debe a que Gorki fue un hombre de teatro tardío y a que La madre, por ejemplo, tan adaptada a la escena, fue vista en términos teatrales por todos menos por él. Entre esos todos destaca ilustremente la dura versión que Bertol Brecht presentó en 102. Una versión representada desde entonces, ininterrumpidamente, en el admirable montaje reconstruido por Wekwerth.

Nada tiene ello que ver con el actual montaje del GIT. La simplicidad y el atrevimiento declaran el carácter latinoamericano del grupo. Gorki no está en la sala Cadarso. La enorme novela desaparece en el inocente esquema propuesto. Lo que sí hay es una primariedad suplida con la ironía y el buen humor. Estos elementos rompen una y otra vez el énfasis potencial del texto, y le dan un tono directo y claro que hace participar al público obligándole a compartir la reflexión y las emociones. El grupo es primario pero no secante; está comprometido, pero no sermonea; es corto, pero carece de enfasis.

«Sensibilizar y aportar ideas significa comprometer al público con lo que está viendo. Esto nos parece fundamental para hacer un teatro activo», declara el GIT. Es la posición latinoamericana, tantas veces explicada por Augusto Boal: «Hacer teatro popular ya implica hacer un acto revolucionario.» Ese teatro popular dio prioridad a la emoción, evitando que saliese por los cauces mecanizados de los actores. Por eso nació el trabajo colectivo que dio significados a esas emociones.

Lo que se pierde de Gorki es lo que esos grupos activos desprecian voluntariamente: la exhibición de los estados interiores de los personajes. Es muy lamentable. Pero la posición general de las gentes de teatro de Suramérica es que el drama es transformación, lucha, movimiento y conflicto directo. La emoción dialéctica, según esa preceptiva, sólo nace con el conflicto. Lo que el GIT extrae de Gorki es la voluntad y contra-voluntad de los personajes. Interesante y, para bien o para mal, primario.

La sala continúa siendo un hervidero. Es de desear que su vida deje de ser problemática. Bastante tiene ya con los conflictos de una programación que no adula para agregarle inquietudes administrativas. Es posible que tenga fallos. Pero reúne unas condiciones de buena sanidad moral que no todos los locales alcanzan.

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