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El laborismo, en minoría, aborda el problema del Parlamento Europeo

Juan Cruz

El Gabinete laborista, que ya gobierna con minoría parlamentaria, se reunió ayer a discutir su programa legislativo y las elecciones directas que tiene que convocar para cubrir los escaños que le corresponden a Gran Bretaña en el Parlamento Europeo.La minoría, de los laboristas se consumó en la madrugada del viernes, cuando los conservadores retuvieron con una mayoría de 8.000 votos el escaño correspondiente a la City de Londres. El ganador fue Peter Brooke, hijo de un anterior ministro del Interior , que sucede a Tugenhadt, el vicepresidente de la comisión ejecutiva de la CEE.

Ahora le quedan a los laboristas otras dos elecciones parciales cuyo resultado podría disminuir aún más la fortaleza que les resta en los Comunes. Están pendientes las votaciones para cubrir los escaños que ocupaban Roy Jenkins, actual presidente de la Comisión Europea y ex diputado por Birmingham, y Anthony Crosland, el ministro de Relaciones Exteriores fallecido hace una semana, que era miembro del Parlamento por el.pueblo pesquero de Grimsby.

Las zonas electorales que dominaban ambos han sido en los últimos tiempos lugares seguros para los laboristas. Sin embargo, las circunstancias que rodean al Gobierno, sumadas al hecho de que cuando un partido está en el poder suele sufrir descalabros en las elecciones parciales, ponen en peligro tal garantía.

Los problemas parlamentarios que afronta el Gabinete de Callaghan, sobre todo desde que los Comunes rechazaron su propuesta de limitar el tiempo de debate de la ley de devolución, han aconsejado al líder parlamentario Michael Foot el empleo,de varias tácticas que pueden restaurar provisionalmente la confianza del Gobierno ante los diputados. Por ejemplo, la convocatoria de conferencias bilaterales entre el Gobierno y los distintos partidos para discutir el tema de las autonomías regionales ha desconcertado a los oponentes de la devolución, que ven en este movimiento gubernamental una muestra inusitada de flexibilidad.

Por otra parte, el estudio del sistema a seguir para cubrir los escaños del Parlamento. Europeo anula entre los diputados británicos la sospecha de que en realidad los laboristas estaban tratando de posponer todo lo posible la resolución de ese tema porque temían que los otros partidos obtendrían un resultado más favorable en el caso de que las elecciones se produjeran mientras el actual Gobierno permaneciera en el poder.

Otra sospecha que se abrigaba en medios de la oposición acerca de la tardanza en la convocatoria de las elecciones para el Parlamento Europeo se basaba en la tradición que hace creer que los laboristas siguen siendo sentimentalmente opuestos a la permanencia británica en el Mercado Común.

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Al contrario, dicen los laboristas: ni el Gabinete es el mismo que convocó el referéndum de 1975 para confirmar la entrada en la CEE ni el laborismo se plantea ya Europa como un problema. Al revés, Callaghan, que en un tiempo se opuso con todas sus fuerzas al reconocimiento de la necesidad de que Gran Bretaña se integrara en la CEE, es ahora un convencido pro europeo.

Lo que ha retrasado el estudio gubernamental del tema de las elecciones europeas ha sido, sobre todo, la cuestión técnica que la Administración tiene que resolver para adaptar su mecánica electoral a la que exige la CEE, también los propios problemas que el Gobierno ha tenido en el Parlamento del que depende.

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