Preocupación en los Estados Unidos por la hipotética secesión de Quebec
El problema del separatismo en Quebec y la posible normalización de relaciones entre Norteamérica y Cuba serán, junto a algunos aspectos económicos, los temas principales que tratarán Jimmy Carter y el primer ministro canadiense, Pierre Trudeau, que ayer Inició su visita oficial a Washington.
Trudeau hablará hoy, ante las dos Cámaras del Congreso, si bien todo parece indicar que los auténticos destinatarios de sus palabras serán los ciudadanos canadienses, que podrán seguir el discurso en directo por televisión. En este sentido, se espera que Trudeau responda a los argumentos separatistas que expuso recientemente en Nueva York el premier de la provincia de Quebec, René Levesque. En su alocución a los hombres de negocios estadounidenses, Levesque garantizó el futuro de las inversiones extranjeras en Quebec, aunque se produzca la secesión de la Confederación canadiense, y comparó la lucha por la independencia de la provincia francófona con la revolución norteamericana de 1776.
Aunque no deja de ser paradójico que Pierre Trudeau venga a expresar sus ideas sobre la unidad nacional de Canadá en un país extranjero, lo cierto es que en Norteamérica y otros países de Occidente se sigue con preocupación el problema del separatismo de Quebec, que podría acabar con los 110 años de existencia de la Confederación canadiense.
El propio primer ministro declaró hace poco que una ruptura de la unidad nacional de Canadá sería un elemento des estabilizador de gran importancia para el mundo occidental. La nueva Administración norteamericana estará, pues, muy interesada en conocer las ideas y proyectos de Trudeau, para hacer frente a este componente de inestabilidad que supone el sentimiento secesionista de Quebec, alentado ahora por René Levesque.
La anunciada normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba será también un punto importante en la agenda de trabajo de Carter y Trudeau, que conversarán en total durante cuatro horas.
El primer ministro canadiense visitó Cuba el año pasado, y parece mantener excelentes relaciones con Fidel Castro, lo que le permitiría jugar un importante papel como mediador en el complicado proceso de normalización que tanto Washington como La Habana parecen decididos a emprender, después de dieciséis años de hostilidades.
A diferencia de lo que ocurre con México, Estados Unidos no tiene contenciosos de importancia que discutir con Canadá. Trudeau se ha mostrado, en líneas generales, como un firme partidario de la. política exterior de la nueva Administración demócrata y, por tanto, los restantes asuntos a debatir entre los dos dirigentes y sus colaboradores se reducirán a problemas fronterizos y acuerdos comerciales.
El su ministro de gas natural y petróleo canadiense a Estados Unidos, el futuro del oleoducto de Alaska, las inversiones norteamericanas en Canadá y un programa conjunto de lucha contra la contaminación de los grandes lagos serán los temas de interés común que completen el programa de conversaciones durante los dos días y medio que durará la visita oficial de Trudeau a Norteamérica.
Tras sus entrevistas con López Portillo y Trudeau, el presidente Carter habrá cumplido la primera etapa de su anunciado programa de conversaciones con dirigentes extranjeros que visiten Norteamérica, para el que dio prioridad a los de los dos países vecinos.
La segunda etapa tendrá lugar en primavera, y estará dedicada seguramente al Oriente Próximo, mediante la sucesiva visita a Washington de todos los líderes de la zona. Carter, según anunció, no viajará al extranjero durante el primer año de su mandato, con la excepción de su más que probable asistencia a la cumbre económica occidental que se celebrará en mayo en Londres.
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