Mario Soares prepara una remodelación gubernamental
A su llegada a Lisboa, tras concluir en Roma la primera etapa de su gira por las capitales de los nueve, Mario Soares estaba satisfecho y sonriente: su gira ha significado un sólido apoyo para el encuentro considerado decisivo: el de París, el 8 de marzo. El calendario previsto satisface las aspiraciones del Gobierno portugués: petición formal para el próximo mes, respuesta de la CEE a principios del año, inte gración pleno en 1985. Sin embargo, Mario Soares va a necesitar de todos los dividendos políticos logrados por su indiscutible éxito europeo, para enfrentarse con las dificultades que Ie esperan en lisboa.
Anunciadas y más tarde aplazadas, ciertas medidas no podrán es perar la segunda fase de su gira europea. Estas medidas son de dos órdenes: económicas y gubernativas. Las niedidas económicas que deberán ser discutidas en el próximo Consejo de Ministros incluyen nuevas disposiciones sobre política de austeridad, así como estímulos para las exportaciones, y para las industrias que contribuyen a sustituir importaciones.
Las otras medidas afectan a la remodelación del Gabinete. Descartada por el propio primer ministro una alteración política profunda del Gabinete, Soares estaría sin embargo ante dos alternativas elaboradas por el estado mayor de su partido: una, en la que entrarían algunos técnicos del Partido Socialista, que darían mayor solidez y operacionalidad al equipo económico. La otra alternativa podría traducirse en una drástica reducción del equipo, con creación de un sólo ministerio por cada gran sector de actividad y el reforzamiento de las secretarías de Estado y direcciones generales, encargadas de aplicar las decisiones políticas.
A pesar de la actitud conciliadora por parte de centristas y comunistas, las dificultades políticas no le faltan al Gobierno socialista. La prensa conservadora habla iodos Aos días del creciente aislamiento del Gobierno. Hablando el domingo en Coimbra, en una reunion de militantes socialistas, el ministro sin cartera Campinos reconoció últimamente el diálógo era más difícil con los comunistas y con los centristas que con los socialdemócratas del PSD.
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