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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dos pasos adelante, un paso atrás

ASI PODRIA enjuiciarse el comportamiento del Gobierno en los tres últimos días. Dos actos positivos: la apertura de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y la desaparición de la ventanilla como medio de legalizar los partidos políticos. El paso atrás lo constituye la vuelta a los viejos reflejos franquistas, declarando materia reservada todo lo relacionado con los secuestros de los señores Oriol y Villaescusa y los recientes asesinatos producidos en Madrid.El restablecimiento de relaciones plenas con la Unión Soviética constituye no sólo un avance en el intento de ampliar el margen de maniobra, no excesivamente amplio, de la diplomacia española, y de ganar mercados potenciales en una fase crítica de nuestra balanza comercial, sino que supone también un acto simbólico importante que refrenda el olvido de viejas heridas iniciado desde hace meses por Gobierno y Oposición democrática.

La desaparición de la ventanilla es otro paso positivo que arrumba en el cuarto de los trastos viejos una triquiñuela legal, propia de la España corporativista y del Movimiento. La ventanilla se había convertido en un elemento perturbador del diálogo entre el Gobierno y la Oposición y en el camino hacia unas elecciones libres, a las que concurrieran auténticos partidos y no asociaciones de ex ministros y altos funcionarios del franquismo de pura cepa.

Estas dos decisiones, elogiables por lo que suponen de espíritu realista y de búsqueda de soluciones adaptadas a las realidades de nuestra sociedad actual, han quedado empañadas por la declaración de materia reservada de toda la información referente a las citados secuestros y asesinatos.

De una simple lectura del artículo 2 de la ley de Secretos Oficiales -¡hermosa paradoja la de este título!- se deduce que el objetivo de la declaración de materia reservada es evitar todo riesgo a la seguridad del Estado o a los intereses fundamentales de la nación. Que el plan de secuestros y asesinatos que la sociedad española ha sufrido durante las últimas semanas buscaba precisamente eso, nadie lo duda.

Otra cosa muy diferente es que la información que la prensa haya podido dar ayude a tan turbios fines. Precisamente en aquellas dramáticas jornadas, la prensa, como reflejo del país entero, ofreció un ejemplo de serenidad ante el caos, de sensibilidad en el manejo en la información, de apoyo al Gobierno, que no merecían esta respuesta.

Si los responsables del orden público estiman que ciertas informaciones pueden suponer una ayuda indirecta a los secuestradores, en su mano está el no facilitarlas o el pedir que no se divulguen, en la seguridad que ningún profesional de la información va a violar ese pacto. Y a este respecto, EL PAIS debe rechazar los rumores sobre la publicación de noticias que los servicios de seguridad del Estado tengan por lesivas para sus investigaciones. Concretamente, y por lo que atañe a la publicación por este periódico del descubrimiento de un depósito de dinamita en la madrileña estación de Chamartín (EL PAIS, 5-11), debemos aclarar que ninguna autoridad del Gobierno se comunicó en relación a este asunto con el director, subdirector o responsables de la redacción de EL PAIS. Aún más: la dirección del periódico advirtió al Ministerio de Información sobre la publicación de dicha noticia.

Existen muchas formas de entender la democracia, casi todas aplicables a las actuales circunstancias españolas, pero quizá la más pertinente sea la de que en una democracia resulta imposible estar seguro después de haber cometido un error.

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