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Cebrián el secuestrador

Si se confirma que el registro domiciliario al director de EL PAIS, Juan Luis Cebrián, ni fue un error ni estuvo motivado por sólidas sospechas de que terroristas anduvieran escondidos por allí, podemos encontrarnos ante un caso de imprudencia o, lo que es peor, de aparente intimidación a la Prensa. Las disposiciones transitorias de lucha contra el terrorismo no pueden ser utilizadas manga por hombro como manera de incordiar al primer ciudadano que tenga un chalet que moleste o un periódico que incordie. Atención, señores, que esto es serio; el decreto sólo afecta a «personas sobre las que recaiga sospecha fundada" de colaborar con el terrorismo.Y es especialmente serio por dos razones. La primera es la sospecha que empieza a calar en el ciudadano de que muchas de las detenciones de los últimos días fueran tan desorientadas como los registros a Juan Luis Cébrián. Si se busca a Oriol y Villaescusa en casa de Cebrián y similares, los señores Oriol y Villaescusa van a durar siglos maniatados. Y si las otras detenciones de izquierdistas fueron tan atinadas, vamos a tener GRAPOS y ANTIGRAPOS por aquí hasta el fin de los siglos.

Más información
Don Juan Luis Cebrián,

Otro caso, bien diferente, pero que también afectó a la Prensa, fue aquella misteriosa sesión de tortura a que fue sometido el director de Doblón, José Antonio Martínez Soler, en tiempos del zar Fraga. Nunca se supo quién secuestró, torturó y aterrorizó a Martínez Soler, pero detalles que se conocen del caso hacen sospechar la intervención de extraños personajes interesados en intimidar a la Prensa.

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Este país es bastante más serio de lo que algunos creen. Aquí no se puede andar desmontándoles las casas a los ciudadanos porque sí. Ni a Cebrián ni a San Onofre el Gaditano. Los poderes especiales concedidos al ejecutivo para liberar a Oriol y. Villaescusa, y desmontar la conjura terrorista, no pueden ser utilizados sino de acuerdo al decreto antes citado.

Se necesita una explicación seria del registro a la casa de Juan Luis Cebrián. Y si todo fue un error, alguien debería dar cuenta de ello.

, 9 febrero

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