_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La colonización del campo

El cambio que parece haberse producido en la política de regadíos en el sentido de orientar los esfuerzos estatales hacia el apoyo a las transformaciones promovidas por la iniciativa privada ha tenido consecuencias de diversa índole dentro y fuera de la Administración agraria.Pasando por alto una serie de dificultades en la puesta en práctica de las medidas arbitradas la mayoría de dichas dificultades hay que achacarlas al complicado mecanismo diseñado para la concesión de créditos en el que las Cajas de Ahorro figuran como intermediarios financieros entre el IRYDA y los propios beneficiarios-, conviene resaltar que el cambio de orientación antes citado ha servido para poner de manifiesto cuál podría ser la verdadera función a desempeñar por el Instituto de Reforma y Desarrollo Agrario, que ha quedado, por el momento, huérfano del contenido que en años pasados le concedían sus grandes planes de transformación en regadío. Nos referimos a una nueva función colonizadora del medio rural.

Hablar de «colonización» puede parecer un retroceso a actividades más propias del lejano Oeste americano o del antiguo organismo de Regiones Devastadas que de la realidad de un país que se considera como décima potencia industrial del mundo y que ha conocido un desarrollo espectacular en años pasados. Pues bien, aun siendo conscientes de ello, o quizá precisamente por eso, hay que reafirmar que una nueva colonización es necesaria en España y que su planteamiento es urgente si no se quiere que los acontecimientos vayan, una vez más, por delante de las medidas de política.

Piénsese en Aragón, con una Zaragoza que monopoliza un elevadísimo porcentaje de la población y de los recursos financieros de la región; Pastilla, con esa locura de ciudad que es Madrid y dos pequeños monstruos como Valladolid y Burgos; zonas enteras de Galicia y Extremadura aisladas del proceso de desarrollo; extensísimas zonas de montaña, etcétera. Todas ellas son ejemplo de una desertización progresiva que significa un despilfarro de recursos que difícilmente puede seguir manteniendo la economía nacional. Añádase a ello la continua amenaza de colapsos urbanos que se respira en ciertos núcleos de población, agravada por la absorción de mano de obra industrial llegada en verdaderas avalanchas durante los últimos años.

Que sea rural y no agraria

Una política colonizadora de nueva planta se impone; la ordenación del territorio, incomprensiblemente postergada en España, debe presidir las acciones que se propongan. Además, dos premisas han de ser tenidas en cuenta para una verdadera colonización rural. La primera de ellas es que sea realmente rural y no agraria. La confusión de ambos conceptos está superada en los países civilizados, como la muestra, por ejemplo, el hecho de que en Estados Unidos haya un 4 % de activos agrarios y un 25 % de activos rurales; es decir, si se puede fijar un óptimo de activos agrarios, dadas las condiciones de la producción primaria, será, posible establecer el óptimo correspondiente de activos rurales de acuerdo con las condiciones geo políticas del país. Y deberán arbitrarse las medidas de fijación de la población ofreciendo el medio de vida y el habitat apropiado para ello.

La segunda condición es que los criterios colonizadores sean diferenciados. No parece aconsejable plantear una misma política para el Pirineo de Huesca que para una comarca de Cáceres, por ejemplo. Conviene, sin embargo, referirse a un viejo criterio general que se ha mantenido como básico en todas las colonizaciones agrarias: éstas han constituido tradicionalmente un mecanismo de redistribución de la propiedad del suelo agrícola.Hoy parece más operativo que el criterio imperante sea la distribución del uso del suelo en favor de los nuevos colonos y sus herederos, que ostenten en usufructo indefinido las tierras puestas a su disposicion mientras se comprometan a cultivarlas convenientemente. Ello permite manejar de forma estable y flexible un fondo de tierras recuperado para la producción a la vez que se actúa sobre la infraestructura rural para que este medio de vida resulte atractivo a los nuevos o antiguos pobladores.

En el período inmediatamente posterior a la guerra civil, un decidido grupo de ingenieros jóvenes puso en marcha un programa colonizador superando las numerosas dificultades que puso a su paso un régimen reaccionario. Si ello fue posible entonces, mucho más fácil debería ser llevar a la práctica una nueva colonización del tipo de la que aquí se esboza en el marco de un Estado progresivo como el que ya se anuncia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_