_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La imagen viva de Jimi Hendrix

Jimi Hendrix no sólo fue uno de los mejores músicos que haya dado el rock, sino también, y en la misma medida que Janis Joplin, la imagen de unas ilusiones, de unas desesperanzas y de una caida. Por ello, la película que sobre su vida se proyecta ahora en Madrid es el resumen de una época en que muy ingenuamente se pretendió cambiar el mundo mediante el solo amor.Esa época pasó (para otros: la hicieron pasar) y lo que ahora queda son ejemplos anecdóticos, costumbres aceptadas ya por todos; una cierta amargura en el recuerdo y los recuerdos mismos, que, como entonces, poseen una imagen fisica. Esto es Jimi Hendrix, mucho más que un rato de magnífica e irrepetible música, una película que supera todas las hechas anteriormente en este terreno (Woods tock, Monterrey, Gimme Shelter, etcétera) porque en cierta forma viene a constituirse en recopilación de todas.

La película discurre en dos planos, el de las entrevistas a famosos amigos de Jimi (Pete ToWnsend, Eric Claptón, Lou Reed, Mick Jagger, Germain Greer, étcétera) y el que se desarrolla sobre las actuaciones, de éste (Monterrey Woodstock, isla de Wight, etcétera). El primero de ellos sirve tanto para comprender a Hendrix como a esos famosos que vivieron su misma época como protagonistas e ídolos; el segunda, para exponer todas sus contradicciones a través de la música.

El filme no contiene excesivas lagunas de comercialidad, en tanto no se recrea,en la necrofilia que acompaña, todavía hoy, el recuerdo de este hombre. Tampoco pretende pontificar o sacar moralejas en un sentido u otro, de tal forma que el espectador que acuda al cine con el solo bagaje de los prejuicios anti o pro hippies que han circulado entre nosotros, posiblemente salga desorientado o confuso. Tal vez no entienda cómo el mismo hombre puede pasar de actuar como un clown (Monterrey, 1967) a permanecer quieto, terriblemente concentrado en su música, sin la menor concesión al show que le hizo famoso (Wight, 1970)

Hendrix se convierte así en una crónica descarnada, que, finalmente, no sólo se relaciona con tal o cual movimiento, sino con un proceso que se repite constantemente en cualquier época.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_