Miguel Angel Lombardía

Difícil empresa, fundir la experiencia informalista con la ya académica lección del cubismo e imbuirla, por si fuera poco, de un carácter de manifestación pública, de denuncia, de afirmación contestataria. Miguel Angel Lombardía lo ha intentado con denuedo encomiable, y merced a un trabajoso proceso elaborador: la adición de la tercera dimensión, ajena, en principio, a las artes de pintar.Siendo el cubismo un problema a plantear rigurosamente en el plano, cualquier intento de convertir la ficción del volumen en volumen real implica riesgo, que nuestro hombre no sólo acepta a la brava, sino que lo hace aún más arriesgado al valerse, no pocas veces, de colores puros sobre la austeridad de un negro sistemático.

Por los senderos del riesgo anda la creación veidadera. Nada, pues, que objetar a Lombardía por lo que a la envergadura de su aventura atañe. Ha sido él quien ha aceptado la difícil (¿imposible?) labor, de conciliar corrientes tan dispares como el cubismo y la expresión informal, y él debe dar con la salida.

Nuestra, desconfianza en ese conglomerado que alguien ha dado en llamar escultopintura, (y el término ha corrido con. éxíto), nos lleva, de otro lado, a aconsejar a Lombardía que rehuya la infusión" del color a las tres dimensiones escultóricas, que se atenga a problemas estrictamente pictóricos y encomiende a la.genuinidad de su propia expresión, todas sus justas propuestas y contestaciones.