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"Gulliver", largometraje de Alfonso Ungría prohibido por la censura

Ángel S. Harguindey

Alfonso Ungría. Realizador cinematográfico. Tres largometrajes en su haber: El hombre oculto (1970) fue seleccionada por la Mostra de Venecia; Tirarse al monte (1972) no fue estrenada comercialmente por obra y gracia de productores, distribuidores y exhibidores, que de todo hay, y Gulliver (1976), prohibida por la censura administrativa desde hace un mes y medio.

Entre tanto realizó ocho películas para televisión, concretamente para las series de Los libros y Cuentos y leyendas. Una trayectoria personal e intransferible mas a la vez genuinamente española, en donde la industria privada, en ocasiones, y la sempiterna censura burocrática impiden algo elemental la libertad para mostrar lo realizado. «Presentamos la película a censura hace cosa de mes y medio -declara a EL PAIS su director-. A los quince días recibimos una notificación por la que se nos obligaba a dar seis cortes. Lo que ocurre en estos casos es que esos cortes, y sobre todo uno de ellos, modifican sustancialmente el final de la película, sus últimas secuencias. Es decir, que en este caso no hay que medir el corte por su metraje y duración, sino por su significación en el desarrollo dramático.»-Lo tremendo de toda esta historia con la censura es que no hay posibilidades de diálogo. Si hubiera un juicio en un tribunal por escándalo público o lo que sea, tendríamos la posibilidad de defendernos oralmente. Ellos alegan que hay un «coito bucal» en una secuencia determinada. En un juicio, que es lo que se hace en un país normal, nosotros podríamos demostrar que en ningún momento se muestran en la pantalla los elementos necesarios para ningún tipo de coito. Lo que ya es el colmo es que te llame Marciano de la Fuente (subdirector general de Cinematografía) a su despacho y te reciba con una sonrisa paternalista con un «hijos míos, qué cosas se os ocurren...» y acuse de pornografía lo que sólo está en su mente.

-Hay un hecho evidente y constatable. Una película requiere un proceso de elaboración complejo y costoso. Concretamente ésta tiene un presupuesto de dieciocho millones de pesetas, un realizador al que la crítica apoyó en su primer largometraje con una rara unanimidad y un coguionista como Fernando Fernán Górnez. que a la vez interpreta el principal papel. Todo ello pende y depende de una decisión administrativ, que no judicial.

Desaliento

-Es desalentador que unos señores nombrados a dedo puedan decidir sobre un trabajo tuyo de dos años, en el que además te has estado descornando. Con otra película prohibida me puedo tirar otros seis años sin trabajo. Quiero apuntar además la discriminación que se adopta ante las películas nacionales en relación con las extranjeras. Gulliver no es una película de «destape», algo, que a mí nunca me interesó, aunque no creo que tenga nada de nocivo. Entre otras cosas me piden que modifique expresiones como «joder la marrana» por «hacer la puñeta», o «nos la trae floja» por «nos importa un bledo», en cualquier caso esto es secundario, lo importante es lo que ellos alegan «colto bucal» y nosotros no podemos alegar nada en contra, salvo recurrir y decir que no es cierto.-¿Qué es Gulliver, desde un plano reflexivo?

- Pretende ser una reflexión sobre la dictadura. Fernando y yo, en el guión, queríamos plantear una dictadura clara, evidente y otra encubierta. Los sufridos enanos -en la película intervienen 35 enanos, Fernando y Yolanda Farr- padecen las dos situaciones. Pretendemos dejar clara esta manipulación. El final puede ser tachado, quizá, de cierto pesimismo, puesto que los enanos vuelven a la dictadura primitiva. pero es fruto del desarrollo dramático de la acción. Pese a todo, creo que Gulliver no es una película directamente política, sino que trata de la condición humana, de los humillados y ofendidos que somos todos nosotros.

Alfonso Ungría: tres largometrajes, uno de ellos -el primero- al Festival de Venecia, el segundo sin estrenar por que sí, el tercero prohibido.

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