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La ola de frío polar pone a Norteamérica al borde del colapso

Ni los más viejos del lugar recuerdan algo semejante. En las oficinas federales, las secretarias escriben a máquina con los guantes puestos, después de que los sistemas de calefacción se graduaran al mínimo. Fábricas, escuelas Y grandes almacenes cierran sus puertas un día a la semana para ahorrar energía. Y los economistas predicen que la ola de frío que azota Estados Unidos desde hace más de un mes puede acabar con los esfuerzos de recuperación económica del país más rico del mundo.

Jimmy Carter inició su presidencia elaborando un plan de restricciones energéticas que se espera sea aprobado por el Congreso hoy mismo. Varios estados de la costa Este han declarado el estado de, emergencia, o han sido calificados como área de desastre por el Gobierno federal. Diez millones de personas no tendrán trabajo esta semana y el índice de desempleo, actualmente del 7,9 %, puede llegar al 10 % en febrero. Todo ello, a causa del frío.No falta quien compara ya la crisis provocada por el frío con la gran depresión económica de los años treinta, al menos en lo que se refiere a la falta de puestos de trabajo. Muchas de las grandes plantas industriales del medio-Oeste y del Este se han visto obligadas a cerrar, unas veces por falta de gas natural, otras por la imposibilidad de funcionar bajo una tormenta de nieve, o con una temperatura ambiente de treinta o cuarenta grados centígrados bajo cero.

Los más optimistas piensan que esta inesperada crisis que sufre Norteamérica servirá para que, de una vez, se establezca una política energética coherente. Política que, en líneas generales, se define así: aumento del precio de la gasolina, el gas natural y otros combustibles; ley reguladora de los sistemas de conservación de energía y rápido desarrollo de las investigaciones sobre fuentes alternativas de energía, desde la solar hasta la geotérmica.

Carter se muestra preocupado y advirtió ayer al país que esto puede significar solamente el principio de una era de permanentes y muy serias restricciones energéticas. El presidente pidió a las empresas privadas que estudien la posibilidad de imponer la semana de trabajo de cuatro días, a diez horas diarias, para economizar energía y que los ciudadanos pongan sus calefacciones a dieciocho grados centígrados durante el día y más bajas durante la noche.

Las frutas y verduras subirán de precio, a causa de las heladas que han destrozado las huertas hasta en lugares tran tradicionalmente cálidos como Florida. Los pescadores de bajura no pueden salir al mar, convertido en una pista de hielo. Zonas enteras del país se encuentran desabastecidas, por culpa de las tormentas de nieve y hielo que cortan las carreteras, y los presupuestos municipales de cientos de ciudades y pueblos aparecen con números rojos, a causa de los gastos extraordinarios de los equipos quitanieves.

El total de víctimas producidas por lo que se llama ya el invierno más duro del siglo sería, según diversas estimaciones, cercano a setenta. Sin contar millares de pequeños accidentes, provocados por el hielo, que congestionaron los hospitales de muchas ciudades del país.

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El hecho de que nieve sobre Texas, que las naranjas se hielen en los árboles de Florida. o que en Minnesota se hayan alcanzado temperaturas de cincuenta grados centígrados bajo cero, preocupa menos, sin embargo, a los norteamericanos, que las previsiones del servicio meteorológico nacional, que anuncia otro treinta días de frío, como mínimo, sobre el medio-Oeste y la costa Este de Estados Unidos.

Los científicos intentan explicar, con teorías para todos los gustos, el motivo de este frío polar que ha colocado a la primera potencia industrial del mundo al borde del colapso.

La situación provocada por la ola de frío en Norteamérica es de por sí bastante seria como para desplazar a cualquier otra preocupación más o menos alarmista. Desde hace dos semanas, los periódicos no hablan de otra cosa, y los telediarios se inician, inevitablemente, con las noticias sobre el frío. El hombre del tiempo se ha convertido en la figura con mayor audiencia en la radio y la televisión.

Pero el tan esperado anuncio de una mejoría en el invierno parece todavía muy lejos. Tanto, que ya se asegura que las restricciones energéticas continuarán en la primavera y el verano y que el plan de reactivación económica ideado por Carter y sus asesores será ineficaz antes de comenzar a aplicarse, víctima, como las naranjas de Florida, del hielo y la nieve.

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