Españoles del éxodo y del llanto
Buena es la ocasión presente para hacer un balance del exilio producido con el fin de la guerra civil. Es lo que ha hecho la serie de volúmenes titulada El exilio español de 1939, dirigida por José Luis Abellán y de la que conocemos, ya, los tres primeros tomos: La emigración republicana. Guerra y política y Revistas, pensamiento, educación.
La primera observación que el lector se hace es la magnitud del éxodo republicano. La extensa nómina que establece Vicente Llorens en su trabajo. La emigración republicana en 1939, deja clara noción de la calidad y número de los profesionales, intelectuales o artistas de primera fila arrancados a España y. como contraplano, su incorporación a la vida cultural de otros países en los que pueden citarse casos en que su magisterio ha representado un positivo avance.
El exilio español de 1939
I. La emigración republicana II. Guerra v política III. Revistas, pensamiento. Educación.
Varios autores
Madrid, 1976.
Vicente Llorens, estudioso de la emigración fernandina, en su ya famoso libro Liberales y románticos, se enfrenta, ahora, con el éxodo político de 1939, repetición de un mal endémico. En su estudio sobre Emigraciones de la España moderna, nos recuerda la expulsión de los judíos de los moriscos, de los jesuitas en el siglo XVIII, los liberales en las etapas absolutistas de Fernando VII, las tres emigraciones carlistas y los progresistas y republicanos, hasta ya entrado este siglo, durante el gobierno de Primo de Rivera. Vaivenes, idas y venidas que desgarran la colectividad nacional y que pueden ejemplificarse en la estampa romántica de Espronceda y Escosura, amigos queridos, abrazándose, llorando, en un encuentro en París, donde uno de ellos, que va a la emigración, se reúne con el otro que regresa de ella.
250.000 españoles
Pero no nos engañemos. Ninguna es comparable con la emigración republicana de 1939. «Nunca en la historia de España se había producido un éxodo de tales proporciones ni de tal naturaleza.» Pasan de 250.000 los españoles que quedaron en Francia, que fue el centro de dispersión, como lo fue luego, en inferior magnitud, la República Dominicana.
Como complemento de esta entrada en el tema, Alberto Fernández ha escrito sobre Las formaciones políticas en el exilio, Francisco Giral sobre Actividad de los gobiernos y de los partidos republicanos, y sobre Las fases políticas del exilio, Juan Manchal. Sobre el cañamazo de esta dinámica política se superponen las actividades profesionales y aun bélicas que se insertan en la vida de los países que les dieron acogida.
Con el volumen segundo empieza verdaderamente el estudio de tallado de estas actividades. Desde la bolsa de Dunkerque, hasta los últimos disparos a las ruinas del Reichstag, expone Manuel Tuñón de Lara, hubo españoles como los hubo en Stalingrado o en la Resistencia francesa..
Parte esta que ofrece el interés de la utilización de testimonios de primera mano. Tuñón de Lara ha sabido dotar de vida a su exposición evitando la caída en secas listas de nombres.
Campos nazis
Complemento de esta parte puede considerarse la contribución de Javier Alfaya, Españoles en los campos de concentración nazis, donde millares de españoles fueron más de una vez ejemplo de conducta.
La tarea realizada por los exiliados en los mundos de las artes, la literatura y las ciencias, que empieza a recogerse en el volumen III es imposible de reducir a una nota bibliográfica. Una colaboración de Manuel Andújar y Antonio Risco traza la «crónica de la emigración en las revistas», que precede a un pormenorizado estudio debido al primero de ellos. La idea de hacer una revista fue la primera manifestación de un afán de actuar. Así ocurrió con la realizada en el barco «Sinaia», que transportaba los primeros emigrados o en la redactada en el asilo de la embajada chilena en Madrid. El balance de este apartado no cabe en estas líneas y habría que remitirlo al texto comentado y al contenido de revistas como España Peregrina, Litoral, Las Españas, Realidad. Espiral, Nueva España, España Libre, etcétera. Complemento a este capítulo, Antonio Risco analiza detalladamente las publicadas en Francia.
La participación de José Luis Abellán se enfoca hacia materias que le son habituales: la filosofía y el pensamiento, sin limitarse al hecho del exilio e instalando la cuestión en el momento del pensamiento español a partir de la crisis de 1898.
No menos importante es la actividad exiliada en terrenos de educación y pedagogía, que expone Carlos Saenz de la Calzada. Abrumadora enumeración de profesores y maestros que continuaron su dedicación en países hermanos. Cierra este tercer volumen un trabajo de José Luis de la Loma sobre las actividades del Ateneo español de México, importante institución que mantuvo una acción cultural de gran altura.
Babelia
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