Libertad de cultos
Desde que Tarancón se ha puesto en plan Lefebvre de izquierdas y ha dicho que la Iglesia es de este mundo, y que sólo puede acceder al otro a través de éste, la gente de orden, aquí en Madrid, está empezando a coquetear con otras teologías. Antes cambiaban de restaurante cada fin de semana y ahora cambian de culto cada domingo.-Estamos en plan religiones comparadas- me decía ayer una señora a la que conocí de Hija de María cuando los tiempos eran tiempos.
Del mismo modo que Paco Andes hacía crítica y crónica de restaurantes con el pseudónimo de Savarín, Miret Magdalena debiera hacer crítica de religiones a practicar en Madrid, quizá también con el pseudónimo de Savarín, o con el de Rasputín, que le va más a la sección. Porque resulta que en Madrid ya puede uno salvarse o condenarse por ocho o diez confesiones diferentes, y como las parroquias católicas están casi siempre ocupadas por la huelga del metal, los creyentes se están desviando hacia la Comunidad Israelita, los Testigos de Jehová o la Iglesia Bíblica.
-¿Y tú crees, Petra, -le decía la señora de antes a otra señora que también es de antes- que una misa en el Tabernáculo Evangélico nos valdrá igual que una misa en los Jerónimos,
Me pidieron mi opinión y les dije la verdad, a la sombra del árbol de Noel, que se ha quedado flácido:
-Hombre, mas boato hay en los Jerónimos, y es más como toda la vida.
-Yo, desde fuego, no casaría a una hija mía por la Iglesia Ortodoxa Griega- dijo una de las señoras-. Me parecería como si la hubiese dejado sin casar. Como si se me hubiese echado a la vida la criatura.
Nuestros pequeños burgueses andan como un poco desconcertados con esta libertad de cultos que nos ha traído la democracia. Consultan ya la columna religiosa del periódico como la cartelera de cafés teatro. El café-teatro y la libertad de cultos han sido las dos grandes conmociones espirituales de esta sociedad rnadrileña en cuarenta años de paz en la tierra a los hombres de buena voluntad y empleo fijo.
-Compréndalo usted- me decía una duquesa en el cotillón del día de Reyes-. Nosotros seguiríamos como toda la vida, con el capellán de mamá y el teatro de Paso. Pero el capellán de mamá se ha hecho de García Salve y Paso dicen que se ha hecho de la Hermandad de Combatientes.
Es lo que pasa, que llegan a misa el domingo a mediodía, toda la familia, y se encuentran con que la iglesia está ocupada por la huelga de las artes gráficas, y al otro domingo por los fresadores en paro, y al otro por los empleados de fincas urbanas, que se quejan de sus sueldos de hambre. Y como la familia unida está dispuesta a salvarse unida y ganar el cielo, cualquier cielo, el que sea, pues han empezado a cambiar de culto como cuando se cambia de sastra o de restaurante, ya digo.
-Pues a nosotros nos va divinamente con la Iglesia Bautista Ebenezer -le replica una duquesa recién llegada a la duquesa de más arriba-. Son muy prudentes pasando el cepillo y yo creo que nos vamos a salvar lo mismo.
Si es que con Tarancón ya no se puede. Ha puesto el divorcio gratis. Ha dicho que no hay que hacerles ascos a los partidos políticos de inspiración cristiana. Y cada día le deja una iglesia de Madrid a una punta de rojos o de adúlteras para que se encierren. Claro que el obispo facilita información sobre las parroquias de la capital llamando por teléfono. Y sobre los conventos. Así que la duquesa ha llamado sobre la marcha:
-Me dicen que en los jesuítas hay una cosa de metalúrgicos y en las jesuitinas un encierro de mujeres separadas. Que para oír misa a estas horas sólo pueden ofrecerme la Almudena. Pero la Almudena está sin terminar.
-A lo mejor la ha terminado en estos días Chueca Goitia, aprovechando el puente- le digo.
Pero le dicen al chófer que a la Iglesia Ortodoxa Griega de la calle Nicaragua. Es lo que ellas dicen: «Qué más da ser católicos de la Comunidad Israelita que de los Testigos de Jehová». Porque católicos no van a dejar de ser, que en eso se equivocaba don Manuel Azaña. Ya ves.
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