Derecha e izquierda democráticas
«Traspuesto con el referéndum el umbral de la reforma, se han producido, objetiva y automáticamente, cambios que afectan a nombres y a programas, al modo de situarse cada grupo o cada partido en la política espaiíola. Existe una realidad nueva que debe ser reconocida por todos.Vayamos por partes en la aproximación a este tema fundamental. El Gobierno Suárez, aun siendo todavía lo que el propio presidente dijo en la víspera del referéndum -mero administrador y gerente del tránsito-, está, desde el pasado día 15, asistido de la legitimidad tan específica como rotunda y clara. Sobre la legitimidad de origen a la que servía suma ahota la legitimidad de ejercicio, democráticamente corroborada. El "si" obtenido legitima tanto la concreta opción de reforma que al pueblo español se propuso como al Gobierno e instituciones todas que la articularon como ley y sometieron al refrendo de la Nación.
Digamos también en consecuencia que seguir postulando la ruptura a estas horas acaso fuera lo más antidemocrático que cupiese hacer.
Plantea todo ello, como necesidad lógica y racional imperativo, la exigencia de que se revisen de inmediato nombres y terminología. Lo "democrático" como atributo deja de ser monopolio de los sectores que hasta el último momento, operaron desde la hipótesis de la ruptura, insistiendo con la "abstención activa". Lo democrático es ya atributo de todos los españoles dispuestos a acatar lo refrendado por la mayoría nacíonal.
Y si democrático es lo que precede, antidemocrático sería, a partir del 15 de diciembre, la actitud de una oposición que no admitiera tal legitimidad. De esta suerte -nos cabe concluir- existen una derecha democrática y una izquierda democrática.
Conclusión lógica de todo esto es que el Gobierno viene obligado a reconocer que, disuelto para todos el monopolio de lo democrático, la derecha tiene los mismos títulos que la izquierda para recabar del Poder disposición negociadora ante decisiones tan importantes como la ley electoral. De ahí que fuera incorrecto establecer prelación para la izquierda en perjuicio de la derecha.
La derecha democrática, pues, debe ser escuchada de inmediato, como la izquierda democrática, si es que ésta lo desea. Lo que no cabe ya a estas alturas es entender el diálogo Gobierno-Oposición como una especie de boca a boca político para salvar a la agonizante "Coordinación Democrática", arrastrada hasta el fondo del pasado por la riada caudalosa de los "síes"».
, 23 diciembre
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