De una Amparo a otra
A la hora de enjuiciar la breve carrera cinematográfica de Antonio Drove se suele comenzar por su corto titulado ¿Qué se puede hacer con una chica?, que le abrió, las puertas de la televisión y el cine profesionales. Tras dicho corto vi no una de las primeras comedias de semidesnudo autorizado en la que Amparo Muñoz mostraba parte de sus encantos a una burguesía sorprendida ante tales excesos hasta entonces ni permitidos ni pensados. Sin embargo, por encima de tales novedades había en el filme otras virtudes: un aire entre alegre y espontáneo, personajes vistos de cerca y una cierta facilidad en el modo de realizar que abrió amplio crédito a su director entre el público y se supone entre los productores.Sin embargo, el crédito de los exhibidores, productores suele ser cicatero y en ocasiones de doble filo, y así a partir de Tocata y fuga de Lolita, la vía tercera, tal como se llamó a este tipo de comedias, se evidenció bien pronto como vía muerta. En ella se halla Antonio Drove, en estos momentos dedicado al mismo tipo de cine que hace décadas impusieron los realizadores más rabiosamente comerciales. Con evidente desconocimiento de lo que es hoy el teatro en España y un esquema dramático sacado de las mismas obras que llenaron los escenarios hace años se ha intentado escribir una comedia de gran mundo con autor de moda, actriz de éxito, niño, perro, actores homosexuales y princesas iraníes. Tal combinación deriva a veces hacia lo dramático para pasar sin la más leve transición al humor o la parodia, que a veces alcanza tonos de función de aficionados en las escenas de los ensayos de la obra. Lo que en Tocata y fuga... podía haber de hallazgo o creación, incluso de poesía elemental. aparece sustituido aquí por artimañas de oficio que se evidencian, por cierto bastante ineficaces. Sobre aquel realizador que apuntaba en sus comienzos hacia un tipo de humor diferente a la vez del esperpento habitual y la pura imitación foránea, parece haber soplado un recio viento de torpeza y mimetismo o una necesidad de filmar por filmar de hacer cine porque sí enfermedad no nueva ni exclusiva de nuestra cinematografía desde luego. Sólo así se comprende esta película de título equívoco, que parece aludir a otros tiempos hoy de moda escrita superficialmente tópicamente e interpretada por un reparto que unas veces hace teatro y otras campa por sus respetos.
Nosotros que fuimos tan felices
Argumento y guión: Antonio Drove. Intérpretes: Amparo Soler Leal. Emma Cohen. Vicente Parra. Paco AIgora, Norman Briski. Dirección: Antonio Drove. España. Humor. Color. 1976. Locales de estreno: Rex, Minicine 3 y Carlton.
Amparo Soler Leal, la mejor actriz de España (en la película, se entiende), da un paso más en esa especie de camino hacia la nada que supone aceptar papeles anodinos: Vicente Parra deambula de secuencia en secuencia con su célebre propósito inexpresivo, aunque, bien es verdad que el señor Briski, nuevo, en esta plaza, compensa sus silencios generosamente con su amplia verborrea sus gestos y sus gritos. Paco Algora repite más o menos el papel que le dio fama un día en el filme antes citado, aunque con menos fortuna, con un aire tristón corto, y cohibido. De todas formás él y Emma Cohen aciertan en ocasiones con el tono, y gracias a ellos el filme alcanza en algún que otro pasaje un nivel al menos entretenido.
De aquella Amparo pionera del desnudo a esta otra Amparo de ocultas realidades, el oficio de Antonio Drove parece apuntar cada vez más no hacia una tercera vía, sino hacia otra vieja ya desde que el cine se inventó: el camino de los grandes expresos comerciales.
Babelia
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