La hora de la economía
EL GOBIERNO, Suárez ha dedicado, hasta ahora, todos sus esfuerzos a la reforma política y ha considerado que los problemas económicos podían y debían esperar. En el terreno político, este Gobierno, acosado inicialmente por una desconfianza general y decidido a sacar adelante la reforma por el camino mas difícil, tomó pronto la iniciativa y ha sabido sortear las dificultades con habilidad Innegable. En lo económico, por el contrario, el Gobierno ha mostrado una criticable carencia de objetivos, de habilidad, e incluso de vocación. De este modo ha ido pasando -el tiempo; y si la situación política es hoy claramente mejor que hace seis meses- a pesar de la incertidumbre y las amenazas que aún quedan por despejar-, los problemas económicos son los mismos de entonces, pero agravados por el paso de un semestre. El'año 1976 se cerrará con un crecimiento del producto nacional inferior al 2% en términos reales, un paro superior a las 700.000 personas, un déficit exterior por cuenta corriente en tornoa los 4.000 millones de dólares, y una tasa de inflación del orden del 20% anual. Y lo que es más grave: 1976 concluirá sin que ninguno de esos problemas haya entrado en vías de solución. El ministro de Hacienda ha hablado de un crecimiento del 3,5% en términos reales para el próximo año, pero ese, crecimiento además de ser insuficiente para reducir la actual cifra de paro iría acompañado, a la vista de las tendencias y la política económica actuales, de una tasa de inflación más alta y de un déficit exterior más voluminoso que los registrados en el año que ahora termina.
Las perspectivas económicas son demasiado sombrías para esperar otros seis meses con los brazos cruzados ha.sta la llegada de un Gobierno que, salido de las elecciones, se sienta en condiciones de afrontar tan serios problemas. Sería además un grave error pensar que la adversa evolución de la economía puede continuar indefinidamente sin afectar de manera negativa al propio proceso de democratización. El país está viviendo un extraño sueño en el terreno económico: cuanto más se prolongue ese sueño más duro será el despertar, y un brusco despertar puede tener consecuencias polítibas muy negativas en el delicado camino que la sociedad española tiene por delante.
El presidente Suárez debe tomar el timón en materia económica. Ha superado con éxito el primer tramo de la reforma política, el que le exigía un mayor esfuerío estratégico y un papel mas activo, Ahora su tarea ha de consistir en garantizar una elecciones libres. abiertas con igualdad de oportunidades para todos los grupos políticos. Y si esa tarea es difícil y delicada, implica al menos un menor compromiso activo. El presidente del Gobierno debe encontrar así la hora de la economía. El propio éxito logrado en el terreno político le concede unas posibilidades de actuación económica de las que antes carecía. Y para hacer efectivas esas posibilidades ha de ponerse perso nalmente a la tarea y comenzar por cambiar su equipo económico.
Hay sin duda, cosas que un Gobierno no puede hacer cuando tiene por delante, a pocos meses, unas elecciones en las que, según proclama no pretende participar. Pero hay otras mucha! cosas que en esas circunstancias puede hacer en materia económica: y su propia, posición de anunciado distanciamiento electoral puede ayudarle en el camino deseable. Para empezar. puede librarle de intentar una política económica electoral que sería catastrófica en estos momentos. En segundo lugar puede facilitarle, de un lado la tarea inaplazable de ilustrar al país sin eufemismos sobre dónde se encuentra nuestra economía y de otro, la necesidad de negociar de encontrar posiciones comunes mínimas de los diversos grupos políticos desde las cuales quepa señalar un cuadro de objetivos bajo la responsabilidad del Gobierno.
Esto último indica también que la hora de la economía ha llegado para todos los grupos y partidos políticos. Primero, en el sentido de que cualesquiera que sean las ideologías y las metas últimas que defiendan deben comenzar a hablar sobre los problemas inmediatos de la economía y sobre las soluciones que proponen y no limitarse a enunciar una y otra vez. programas para el milenio. Y después. porque han de empezar a pensarsi no puede convenir a todos una cierta colaboracIón en el esfuerzo para resolver unos problemas económicos cuya gravedad amenaza al futuro general. Limitarse a afirmar que esos son proble mas y responsabilidades ajenos puede constituir un gravísimo error.
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