Víctor Martín y Piero Gamba, con la RTVE

La sinfónica de la RTVE, que lucía en su programa por vez primera la presidencia de honor de su majestad el Rey don Juan Carlos I cerró su ciclo de otoño con un concierto de Pascuas. No porque se interpretara ninguna obra alusiva al tema, sino porque el conjunto todo de la sesión respondía a un concepto ligero de entretenimiento, que e n el teatro de mi niñez recibía ese calificativo: teatro de Pascuas.Centro de atención: la intervención de Víctor Martín, uno de nuestros más firmes valores violinísticos, por plenitud técnica y temperamento de interesante expresividad. Desde hace varios años Víctor reside en Canadá, enseña en la Universidad de Toronto da conciertos y dirige su propia orquesta de cámara. Su presencia entre nosotros no es por lo mismo frecuente. Ahora logró un triunfo multitudinario con dos páginas de Sarasate y otra de Cassadó. Introducción y Tarantela, aparte la feria virtuosística del segundo número, dio ocasión a Martín para decir de manera preciosa, con expresividad de fuerza irresistible, la lírica introducción. En los Aires bohemios, perfecto trozo de bravura, el éllan tzigane, algo tocado de españolismo meridional encontró en nuestro compatriota un traductor fascinante ,que a la hora de las mil dificultades virtuosísticas, las venció como quien dice buenos días. Junto a Sarasate propuso Víctor Martín un recuerdo al que fuera su gran amigo e impulsador, Gaspar Cassadó, intérprete-compositor, muerto hace diez años. Su Danza del diablo verdè, entre fuegos de artificio y exotismo impreciso. sirvio para recordarnos al artista egregio, al temperamento cordial, al fantástico razonable que fue Gaspar Cassadó. La colaboración de la Orquesta fue más que buena entrañable así como el trabajo del director Piero Gamba.

Si Piero, por razón del correr del tiempo ha perdido el diminutivo con el que lo conociéramos en el Monumental, Heroica en ristre, conserva el atractivo de un temperamentoi luminoso, buscador del color y del contraste clarificador del ritmo medidor de la potencia. Su Cherubini, esa Sinfonía en re admirable que se sitúa en los albores del gran romanticismo (como la sinfonía de su discípulo Arriaga), tuvo palpitación y sentido cantábile. Sus Pinos de Roma, en sus tres cuadros mejores, evidenciaron la intención de Respighi: evocar .En eI menos afortunado y mas tópicamente efectista. Los pinos de la Vía Appia, elevó Gamba la temperatura de su triunfo hasta grados clamorosos.

Antes estrenó en Madrid, se entiende Caleidoscopio, una bella página del canadiense Pierre Mercure, muerto accidentalmente en Francia hace diez años.