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Referéndum y autonomía

Parece que los partidos catalanes -por lo menos los de centro e izquierda- se inclinan a abstenerse. A no acudir al referéndum. No voy a juzgar aquí tal actitud ni ninguna otra. Los partidos nos representan y son ellos los que han de decidir y me atrevo a decir que el conjunto de los partidos representa a aquellos que -como yo en este momento- no pertenecen a ninguno. Ello aparte de que no se ha dicho todavía la última palabra, ni por parte de ciertos partidos ni por parte del Gobierno, que yo sepa.No voy a negar que la tarea realizada por el Gobierno Suárez ha sido importante y aun, en ciertos aspectos. sorprendente. Tal hecho puede quizá inclinar a muchos a aprobar aquella otra -es decir, a votar «sí» en el referéndum- aun en el caso de no estar plenamente de acuerdo con la pregunta planteada. Pero creo que no puede alcanzar al caso de los partidos que tienen como tema fundamental una cuestión que no ha sido tenida en cuenta en el proyecto de reforma. Me refiero a la cuestión de las autonomías.

Quedaron, lo sabemos, para ser discutidos en una etapa posterior. Ello produjo en Cataluña una gran decepción. Se esperaba que nos sería devuelto, sin necesidad de discutirlo, el modesto Estatuto de 1932, que aun disminuido por los votos del parlamento de la República. obtuvimos en 1932, partiendo de nuestros votos y que más tarde nos fue arrebatado por la fuerza. Y la decepción que el hecho ha producido no ha hallado nada que la contrarrestase en el contenido de la ley de reforma aprobado por las Cortes. Tanto más cuanto que, visto el modo como se plantean las disposiciones que dicha ley contienen referente a lo que habría de ser la ley electoral, todavía podría darse el caso de que los mínimos de votos exigidos dentro del sistema proporcional, según de qué modo sean en su día interpretados, pueden hacer imposible la aparición en las futuras Cortes de los partidos catalanes -y no únicamente los catalanes- que se batirán en ellas para alcanzar esa autonomía que tuvimos, que nos quitaron y que estamos decididos a recuperar.

No se crea que se trata de un capricho. Todo el mundo sabe que Cataluña quiere su autonomía porque tiene derecho a ella y porque la necesita.

De cara a unas próximas elecciones Y sea el que sea su modo de pensar, cuantos pretendan obtener votos en Cataluña prometen -más o menos confusamente, más o menos sinceramente- algo que se parezca a la autonomía. Se han repetido las palabras de Cambó en 1934: «Pasarán gobiernos, caerán. regímenes, y el hecho vivo de Cataluña subsistirá.»

En las páginas deportivas de este mismo periódico, con referencia a, un aspecto tan marginal del problema como es el fútbol, se citaba, hace pocos días una frase de don: Santiago Bernabéu, a quien nadie puede acusar ni de «separatista» ni de incauto, y que fue cabo en la guerra civil: «La cosa no tiene arreglo... cuando entrábamos en los pueblos catalanes, la gente se escondía dentro de las casas y los viejos al vernos, lloraban. Y cuando un viejo llora, la cosa no tiene arreglo ... »

Este es mi temor. Por el momento, haber prescindido de dejar aclarado esta etapa previa del cambio, lo que va a hacerse con la autonomía de Cataluña es más que probable que lleve a muchísimos catalanes a no votar en el referéndum. Quizá sea de lamentar. Pero tal como están las cosas resulta inevitable. Si más tarde no se resolviera el caso devolviendo a Cataluña la autonomía que le corresponde, quizá «llorarán los viejos». ¡Y no sólo los viejos! Yo he visto llorar a muchos... y como Bernabéu, temo que la cosa sería de difícil arreglo.

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