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Semana musical española en París

Falla, Serrat, Julio Iglesias...

A pesar de la especie de sordina que se ha impuesto el mundo del espectáculo en los últimos días, en París, condicionada por la desaparición de su monstruo sagrado cinematográfico Jean Gabin, y por una de sus máximas figuras; de las letras, André Mairaux, la música española está siendo protagonista destacada de estos y los próximos días.

La música clásica, en la señera imagen de Manuel de Falla, a quien la radio francesa dedica amplísimos espacios, y la música ligera española, son los dos protagonistas de nuestro último decenio que más fulgurantemente han obtenido el aplauso internacional, y que representan dos puntos de vista bastante diferentes, dos maneras muy diferentes de concebir la actitud del autor y cantante en la música ligera. Me refiero a Joan Manuel Serrat y Julio Iglesias.Todo París estaba inundado de carteles con el rostro de anuncio de dentífrico de Julio y con la algo más enfurruñada mirada del noi. Filas y filas de carteles a todo color ponían acento español a la .actualidad musical parisiense, Sólo conmovida por la actuación de Rod Stewart, pero en una sola fecha, mientras que nuestros artistas ocupan escenarios en días continuados y lugares de tanto prestigio como el Bobino y el Olimpia.

Serrat

No es este el momento más brillante de la carrera de Serrat. El planteamiento de su actitud frente a las esferas oficiales españolas en el pasado año vino a empeorar en algo su Imagen pública, y su producción musical, de otro lado, no poseía la garra de, otros tiempos. Anteriormente, lo extenso de sus giras americanas y el sincero intento de abrir nuevos mercados parecían haberle aleja do de ser testimonio auténtico de las nuevas generaciones. Serrat, ha conseguido identificarse con una y media, diríamos que casi dos, pero ahora, en 1976 el público joven -de 12 a 19 años-, consumidor (le discos de música ligera ha radicaliz ado sus postu ras de tal forma, que es más en gatusado poir la guapura de un chico o chica, en un extremo, o más entusiasmado por un texto de más rigor o más latente de viva actualidad nacional, en el otro. El chal de seda sustituye a su bilan da, y la chica se enfrenta directamente con el uso de la píldora y su actitud ante el divorcio, mas que con llegar antes de que den las díez.Serrat posee uno de los más sólidos bagajes artísticos de la música ligera española y, cómo decíamos, está unido a casi dos generaciones musicales del país.

Para él, no es el momento de conquistar a las nuevas, sino, quizá, de procurar conservar a las anteriores, reaccionando coherentemente con el cambio que en éstas se ha producido. De procurarlo con entusiasmo e interés, con rigor y dedicación suficientes, Joan Manuel pilotará, una vez más, la nave de los cantautores españoles, y marcará caminos o formas de usar nuestra música ligera con la mayor eficacia y los más bellos resultados. Serrat, a partir del pasado día 26, tiene toda una serie de actuaciones en el Bobino, de París, ante un público que sabe de Brassens y Brel, y Ferrat y Ferré. Pruebas de este tipo conmueven, siempre, a un artista y configuran la personalidad de un nombre.

Julio

En la década de los 60, el Olímpia, de París, feudo indiscutible de los líderes pop franceses, y de contadas estrellas internacionales, era el local soñado por todos nuestros músicos jóvenes. Nadie lograba un contrato para actuar allí en gran estrella, y sólo una flamenca, como Maruja Garrido, aprovechaba hábilmente como promoción dentro de España, su paso por el escenario más cotizado de Europa en aquellos momentos.La verdad es que esos tiempos pasaron, y gente como Raphael, Mari Trini, Raimon, Llach, Donna Hightower., la Bonet, etcétera... han conquistado la capital de Francia desde muy diversos escenarios, entre ello! el del propio Olímpia. Ahora, a partir del día 1 de diciembre, Y hasta el 12, es Julio Iglesias, c¿mo figura estelar, quien protagoniza una nueva ilusión cumplida de la música ligera española.

Julio es, hasta ahora, el más perfecto de nuestros productos musicales lanzados al mundo, el que de manera.más exacta, pero deslumbrante, ha ido destrozando húsparades y públicos teóricamente innacesibles. Julio llena estadios en Alemania y madisons square gardens, en Nueva York; abarrota salas de Venezuela y enloquece italianas en televisión. Julio arrolla al público argentino y as ombra a millones de japonesitas. ¿Cómo se explica este fenómeno? Quizá en la fusión que vienen teniendo, cada vez más estrecha, entre arte e industria. En el disco, por ejemplo, la finalidad de crear arte y crear producto comercial están unidas, y nunca se sabe dónde termina lo uno y comienza lo otro. La primera y absoluta virtud necesaria para el éxito es clara y rotundamente la suerte. Una vez conseguida ésta, el artista se encuentra frente a un potencial público de millones de personas, a quienes debe seguir agradando, y ,nunca se sabe cómo, si con una reacción sádica, de desprecio o alejamiento sofisticado, o con un servilismo repetitivo de fórmulas, conocidas y horteriles.

Julio Iglesias se encuentra en el momento de haber sabido adecuar su imagen con el tipo de música que interpreta. Sabe lo que hace y es el primero que admira su trabajo.

El es un inmenso transmisor, un gran crisol de millones de aspíraciones y deseos no claramente definidos. Musicalmente no ha aportado sino un par de bonitas canciones, pero como intérprete ha ahondado en el estilo crooner' americano, casi con más inteligencia que el propio Dean Martin; domina el arrastre de las frases y está a un pelo de llegar a ser un buen swinger. Pero nada más y nada menos que eso le falta: la trascendencia. Serrat ya ha quedado y quedará como artista; debe continuar siendo figura y ese es su problema.

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