Una decisión de Andreotti puede agravar la crisis italiana

Una decisión unilateral adoptada ayer por el premier Andreotti sobre un virtual congelamiento de salarios ha provocado vivas reacciones por parte de los sindicatos, y contribuirá a ahondar aún más las diferencias políticas entre la oposición y el Gobierno.

El primer ministro ordenó que los futuros aumentos de sueldos superiores a los ocho millones de liras (600.000 pesetas anuales) sean retenidos por el Estado durante dos años. Entre tanto, se entregará a los asalariados bonos del Tesoro no negociables durante los próximos cinco años.

Giorgio Benvenuto, líder del UIL (sindicato socialista) calificó la medida de «instrumento de presión», y la CGIL (socialista-comunista), de «excepcionalmente grave».

Al mismo tiempo, todos los partidos están estudiando con preocupación la subida del coste de la vida, que en octubre fue de un 3,4 % respecto de septiembre. El índice de inflación ha llegado, en los últimos doce meses, al 19,9 %, un nivel sin precedentes en los últimos años. El Gobierno sostiene que el incremento se debe, sobre todo, al aumento del precio de la gasolina, decretado en octubre.

Andreotti mantiene en estos momentos conversaciones con el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, que estos días visita Roma, precisamente sobre el tema del petróleo. Andreotti intenta llegar a un acuerdo especial con Venezuela para el aprovisionamiento de crudos a «largo plazo y a precios razonables», según se indicó ayer.

No obstante, en casi todos los círculos políticos se duda de la posibilidad de un convenio semejante. En la reunión de la Organización de la ONU para la Agricultura y la Alí entación (FAO) efectuada en Roma, Andrés Pérez dijo que los «países, ricos» conforman «un totalitarismo económico. No matan -dijo- con cañones y bombas, sino con el arma más sutil del hambre». Expresó también que los responsables de la grave crisis alimenticia actual son los Estados Unidos y la Unión Soviética.