Comienza el Festival Internacional de Cine de Londres
Presencia del último cine español
Ya no hay entradas para ver Cría cuervos, de Saura, en el Festival Internacional de Cine de Londres. El festival comenzó ayer y en él, aparte de la obra de Carlos Saura, se presenta también Las largas vacaciones del 36, de Jaime Camino. Las largas vacaciones... se exhibirá en la Cinemateca londinense el primero de diciembre y la película de Saura dos días después.
España es uno de los veintinueve países representados en este festival, que fue abierto oficialmente ayer por sir Harold Wilson y se clausurará tres semanas más tarde, después de que cerca de 40.000 espectadores hayan visto ochenta largometrajes y veintinueve filmes de corta duración. La presencia del ex primer ministro Wilson en la apertura del festival se justifica porque el político ha mostrado en los últimos tiempos mucho interés por reavivar la decaída industria cinematográfica británica, cuya contribución a este acontecimiento es bastante insignificante.
La demanda que ha provocado la película de Saura, que es un director al que aquí se esperaba con atención, no es sólo reflejo de la cantidad de residentes españoles que hay en Londres, sino que sobre todo muestra el interés que en Gran Bretaña se siente por el cine que se hace en España. El espíritu de la colmena, de Erice, se presentó también en este mismo festival hace años años, y en cierto modo su éxito abrió paso a restantes producciones de una línea parecida.
La película de Camino ha sido presentada en Londres como una obra que en el tratamiento de la guerra civil «va más allá que otros filmes de temática parecida». El asunto de Las largas vacaciones..., sigue apasionando a los ingleses que esperan que este filme nutra su inconmensurable bibliografía de la contienda civil española.
Convencer a los distribuidores
El principal propósito del festival, que acoge desde películas ya consagradas e incluso viejas, como Fake, de Orson Welles, hasta filmes underground, es precisamente el de proporcionar una plataforma de lanzamiento a obras que de otro modo permanecerían fuera del alcance del público de Gran Bretaña. Antes de la fecha del inicio de esta edición del festival -la número veinte-, catorce de las ochenta películas que se van a exhibir han sido ya contratadas por distribuidoras inglesas. Para los standards de este país, esa es una cifra alta.El festival se abre con la exhibición de Mr. Klein, de Joseph Losey. Con Losey figuran en la lista de Los grandes nombres de este año el ya citado Welles, Cassavetes, Wisemann, Mel Brooks, Truffaut, Franju, Rivette, Duras, Pasolini, Visconti, Rosi, Fassbinder, Herzog, Wenders, Kluge, Widerger y Oshima. América, Francia, Suecia, Alemania y Japón son como casi siempre los países más ampliamente representados en esta muestra, recolectada en los festivales que cada año se celebran en diferentes partes del mundo, lo que hace del de Londres un festival de festivales.
La presencia latinoamericana es escasa, pero militante, según decía el crítico de The Times. Torre Nilsson presenta su Piedra libre, que seguramente no será distribuida en Inglaterra, lo que los entendidos de Londres han considerado una lástima. Chile está presente por partida doble, visto desde perspectivas diferentes. Miguel Littin, un chileno que trabaja en México, narra la masacre de los trabajadores de Iquique, ocurrida en 1907, en su obra Actas de Marusia, y el cubano Humberto Solas cuenta la misma historia en su Cantata de Chile.
Demasiado cine
Al Festival, que congrega a más espectadores de los que podrían agrupar en el mismo período de tres semanas los cines de éxito del centro de Londres, se le reprocha su excesiva longitud y su carácter prolijo. Para el ciudadano de Londres, que para ir al festival tiene que ser socio de la Cinemateca, esta es la única oportunidad de acercarse a todo lo que se hace en el mundo cinematográfico internacional, porque, como decimos, las distribuidoras inglesas siempre se han mostrado reacias a recoger originales que tengan que ser doblados o que ofrezcan cualquier tipo de dificultad a la hora de la promoción. Al revés de lo que ocurre en los cines del barrio latino de París, las empresas del área cinematográfica de Londres prefieren los productos seguros y no los retos. En los últimos meses, por ejemplo, la cartelera de Madrid parece más sugestiva y más consistente que la londinense.En estas circunstancias, el festival ofrece una información y crea, por consiguiente, una demanda de la que es evidente que está saliendo beneficiado el último cine español.
Babelia
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