_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sige la guerra en Angola

«Desgraciadamente correrá mucha sangre», me dijo Agostinho Neto, líder máximo del MPLA, en julio de 1975, al regreso de un corto viaje a la República Popular del Congo. Mientras hablábamos en el aeropuerto de Luanda, se oían disparos, los primeros tiros de una batalla urbana que duraría quince días y produciría más de 10.000 muertos.La profecía de Neto, el poeta- médico-ideólogo, se cumplió implacablemente. Cuando los últimos buques portugueses abandonaban, hace un año, la espléndida bahía de la capital angoleña, a varias millas del puerto esperaban dos cargueros soviéticos con material de guerra y los primeros soldados cubanos. El puente aéreo Habana-Azores-Bissau-Luanda comenzó inmediatamente a funcionar, y la guerra se generalizó.

No vale la pena ahora repetir lo que tantas veces se ha dicho sobre la lamentable descolonización portuguesa en Angola. Los «retornados»,que ahora abarrotan Lisboa, lo hacen todos los días y a gritos: aquello no fue una descolonización, sino la estampida... La solidaridad internacionalista de Cuba, el apoyo de la Unión Soviética y la sorprendente neutralidad yanqui condujeron a la derrota de la coalición UNITA-FMLA en pocos meses. Los sudafricanos, que deseaban proteger las presas que lindan con Namibia, enviaron una columna motorizada que después retiraron. El Gobierno de Pretoria deseaba evitarse problemas en un momento en que Africa austral podía convertirse en un Vietnam todavía más sangriento.

Aunque según fuentes cubanas la situación, militar en Angola está controlada, el MPLA (convertido ahora en partido de vanguardia revolucionaria) tiene todavía problemas estratégicos graves. El FLEC (Frente de Liberación del Enclave de Cabinda) sigue actuando en el riquísimo territorio. En las zonas fronterizas con Zaire algunas bandas, residuos del ejército del FNLA, se mantienen en pie de guerra. Y en el Sur, en las fronteras con Namibia, la UNITA reorganiza sus fuerzas como acaba de reconocer la radio oficial de Luanda. La guerra, pues, no ha terminado.

En el terreno económico, las cosas son más difíciles todavía. La producción de café y petróleo ha descendido en más de un 60%, la agricultura está prácticamente paralizada y la incipiente industria se encuentra al borde del colapso. Los 7.000 técnicos cubanos que según La Habana ayudan ahora a la recuperación económica del extenso país luchan con una tasa altísima de analfabetismo y deben suplir con entusiasmo las bajas producidas por la guerra y el éxodo de los colonos portugueses.

Aunque el país ha gozado de cierta estabilidad en el seno de las fuerzas gubernamentales, mientras hubo guerra abierta, no se descarta la posibilidad ahora de que estallen las diferencias larvadas que siempre hubo en el seno del MPLA entre la rama militar (representada por los comandantes Alves y Carreira, ministros del Interior y Defensa, respectivamente) y la rama política, encabezada por el propio Neto y de la que forman parte Lopo do Nascimento, Dos Santos y Boavida.

La reciente -y todavía no confirmada- caída de Alves está siendo interpretada de muy diversos modos. Para algunos, el reajuste gubernamental angoleño es un triunfo de la línea cubano-soviética, mientras que otros lo consideran como la reafirmación de la línea nacional-popular, que algunos predican. Sea como sea, el papel de Neto parece reducirse cada día más, en el terreno de las decisiones: el pacífico y afable doutor de Coimbra podría muy bien regresar a sus poemas, cediendo el puesto a los «halcones» militares.

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_