Intenso esfuerzo demócrata para mitigar, el abstencionismo

., A media tarde de ayer, cuando faltaban unas pocas horas para que se cerraran los colegios electorales, las noticias procedentes de todo el país hablaban de una gran afluencia de votantes, lo que objetivamente favorece al candidato demócrata, Jimmy Carter.

La abstención masiva era, desde luego, el peor enemigo de la candidatura del ex gobernador de Georgia, junto con la presencia solitaria del candidato independiente, Eugene McCarthy, en veintinueve estados. Dado que la mayor parte de los electores registrados pertenecen al Partido Demócrata, que casi dobla en número al Republicano, un abstencionismo importante -como preveían los analistas políticos y los sondeos de opinión- podría haber perjudicado seriamente a Carter.En cualquier caso, la gran afluencia a las urnas que se anuncia, con cierto tono triunfalista, desde casi todos los estados de la Unión, debe ser en tendida en sus términos reales. Por ejemplo, las elecciones que registraron un mayor número de votantes en las últimas décadas fueron las de 1960, que enfrentaron a John Kennedy y Richard Nixon, y en aquella ocasión el porcentaje de ciudadanos que hicieron uso de su derecho al voto fue ligeramente superior al sesenta, lo que pare ce el techo máximo para una elección presidencial en Norteamérica.

Los esfuerzos del Partido Demócrata se centraron en los últimos días en la campaña electoral en un intento de mitigar el abstencionismo que podría dañar a su candidato. Durante la propia jornada electoral, millares de afiliados de la Trade Unión Afl-Cio telefonearon a los votantes inscritos para animarles a salir a depositar su voto y convencerles de que el nombre de Carter fuera en el mismo.

Sin embargo, la abstención tiene en muchos casos su filosofía. Es más una protesta política contra el escaso interés ofrecido por los candidatos que un resultado de la pereza o del apoliticismo. Para el columnista Dom Bonafede, que habitualmente cubre la Casa Blanca para el National Journal, la abstención es la única posibilidad de elección. Tras referirse al auténtico bombardeo televisual a que fue sometido el electorado por los equipos propagandísticos de cada partido, y que le hace comparar a Ford y Carter con el protagonista del telefilme de tema médico Marcus Welby, porque según sus palabras, «los dos lo curan y lo arreglan todo», Bonafede recordaba ayer que si bien votar es un derecho, también lo es el no votar, y que sólo en las dictaduras se obliga a los ciudadanos a votar en los plebiscitos. La abstención es nuestra única libertad de elección -escribe el columnista- El único modo de mostrar nuestra independencia. Nuestra única manera de demostrar que no aprobamos a ninguno de los dos candidatos, lo que es, en efecto, una forma de protesta pacífica. Y concluye: «Pienso quedarme hoy en casa, leyendo un libro, o ir al cine, o quizá salir a dar un paseo. 0 quizá rezar. El vencedor lo va a necesitar más que mi voto. »