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Malestar en Alemania por las decIaraciones del "premier" británico

Las declaraciones del primer ministro británico James Callaghan, que el diario londinense Daily Mail resumió en la lapidaria frase de que «Alemania tiene que ayudar a la libra esterlina», ha provocado un alud de comentarios en la. prensa alemana, amén de obligar al Gobierno Federal a una respuesta, aunque más bien tibia. La amenaza de Callaghan, de que en caso de que la situación deficitaria de la moneda británica no fuese resuelta por los occidentales, en primer lugar, por la RFA, Londres podría verse obligado a reconsiderar suposición en la Alianza Atlántica, con una posible retirada de su ejército del Rin (55.000 hombres), se considera en los medios oficiales de la capital federal corro una advertencia «desmedida».El portavoz gubernamental Gruenewald, competente en asuntos financieros y económicos, dijo que el Gobierno federal esperaba «la estabilización de la infravalorada moneda británica, si Londres continuaba su política de estabilización». Al mismo tiempo significó Gruenewald que Bonn ya había declarado a principios del mes que «apoyaría los deseos británicos de obtener un crédito de 3.900.000 dólares por el Fondo Monetario Internacional. En lo concerniente a las posibles consencuencias para el ejército del Rin. Bonn muestra su asombro y cierto malestar. En la prensa alemana se habla abiertamente de un chantaje de pésimo gusto, en absoluto acorde con los «correctos modales ingleses». Con gran extrañeza se ha registrado la afirmación del primer ministro de su majestad en el sentido de que el problema de la libra esterlina es «a corto plazo». cuando «todo el mundo sabe -dicen los alemanes- que se parece ya a un mal endémico de difícil curación».

En un editorial del Frankfurter Allgemeine Zeitung se insiste en que «los responsables de la grave situación de la Gran Bretaña no son sus aliados o el Fondo Monetario Internacional, sino sus propios Gobiernos». En el mismo comentario se acusa de la crisis económica británica a un «aparato de producción envejecido, al descenso de la actividad inversionista de la economía británica, a una inflación inducida por el propio Estado y a constantes intervenciones de la Administración en los procesos económicos». Con rara unanimidad condenan los comentaristas alemanes el intento deskbacción por parte de Calaghan, quien de forma inadecuada acaba de utilizar a la OTAN como medio para presionar a los aliados de Inglaterra. Al mismo tiempo se recuerda que Bonn soporta la parte del león en el fondo agrícola de la Comunidad Europea, que diariamente ha de abonar unos seis millones de marcos a Gran Bretaña por la progresiva depreciación de la libra esterlina.

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