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Intensa vigilancia policial sobre los deportados

Desde la pequeña isla de Yeu la presencia de los Reyes de España en París aparece como un episodio más de la vida política francesa, que apenas hubiera tenido eco en la vida cotidiana de sus casi 5.000 habitantes si no fuera por la presencia de diecisiete refugiados vascos confinados en esta exigua tierra atlántica. En efecto, son solamente diecisiete refugiados vascos los que, hasta el momento, han sido trasladados a Yeu, por orden del ministro francés del Interior.El señor Poniatowski ha preferido, en esta ocasión, dividir a los confinados en tres islas, en lugar de concentrarlos en la de Yeu, tal vez para no ofrecer ante la opinión pública nacional e internacional la imagen de una isla convertida en un campo de concentración.

De norte a sur, las islas elegidas para estos españoles non gratos han sido la Belle lle, la isla de Yeu y la isla de Re. En la primera de ellas se encuentran, en estos momentos, al menos, veinte exiliados políticos españoles, que han sido recogidos en la zona de París. Muchos de ellos se encuentran en el vecino país desde la época de la guerra. Junto a los veinte confinados españoles, han sido desplazados también a la isla, al menos, 150 miembros de las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS).Idénticas medidas de seguridad han sido adoptadas, asimismo en torno a los once españoles que también, a última hora del pasado martes, fueron trasladados a la isla de Re, procedentes de la región parisiense de Toulouse y de Burdeos.

Mientras la Belle lle y la isla de Re se han nutrido de gente de muy diversa procedencia política, desde los exiliados de la guerra hasta los nuevos anarquistas, o los hombres afiliados al FRAP, nuevamente la isla de Yeu se ha reservado exclusivamente para los vascos considerados como activistas de ETA.

El viernes, libertad

El confinamiento de Yeu tiene, respecto a los otros dos, unos factores diferenciales. En primer lugar, sobre cuatro de los refugiados (Ereño, Arandia, Echevarría y Argala) pesa una orden de expulsión del territorio francés. Otros tres refugiados no saben todavía a qué atenerse y los diez restantes tienen una promesa verbal, aunque sus documentos no señalen ninguna fecha para la partida, de que el próximo viernes, a las doce de la noche, coincidiendo con la salida de los Reyes en dirección a Madrid, les será levantada la orden de asignación de residencia.Los mismo ocurriría, inicialmente, con esos treinta españoles más que se encuentran en las otras dos islas que, por esta vez, el señor Poniatowski ha elegido para estos españoles a los que no quería tener con libertad de movimientos durante la visita de los Reyes.

Algunos de los vascos de Yeu no están convencidos, sin embargo, de que su confinamiento dure solamente esos cuatro días de los que, en principio, les han hablado las propias autoridades policiales. «Nos tememos que detrás, de una medida de tipo momentáneo pueda esconderse una acción más amplia contra todos los refugiados vascos.»

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Un segundo factor diferencial lo aporta también la intensísima vigilancia policial de que son objeto los depostados de Yeu, por encima de la que se ejerce sobre los que han sido trasladados a las otras dos islas. Ciento cincuenta CRS y no menos de una veintena de policías secretas se ocupan de seguir momento a momento a los diecisiete hombres, hasta límites que, en ocasiones, bordean el ridículo.

La salida de cualquiera de ellos de su hotel es seguida inmediatamente por la movilización de uno o varios CRS que se convierten a partir de ese momento en su sombra, hasta que regresan a sus domicilios. En muchas ocasiones, este tipo de movimientos por la isla son incluso comunicados por radio al fortín que sirve de centro de operaciones de la compañía de CRS.

Este seguimiento ha provocado ya situaciones ciertamente tirantes entre los confinados y los policías encargados de su vigilancia, hasta el punto de que algunos de ellos han esgrimido sus pistolas en varios momentos. Ante la petición de los refugiados de realizar algún tipo de práctica deportiva, algunos de los CRS han sido dotados de chandall para que puedan seguirles cuando éstos practican el footing o se dedican a dar paseos en bicicleta por la isla. Por si alguno de ellos intentara alguna aventura escapista, se utilizan motocicletas para seguir a los refugiados que, en algún momento quizá, pretendieron emular alguna figura ciclista.

Se quejan los refugiados vascos de que los CRS están realizando entre la pequeña población de la isla de Yeu una campaña que va dirigida contra ellos, en el sentido de acentuar las actividades presuntamente llevadas a cabo por ellos en territorio español. Pese a todo, el alcalde de Port Choinville. pequeña capital de la isla, ha expresado su extrañeza ante el inusitado despliegue policial que día a día se desarrolla en el puerto pesquero.

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