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China reconoce oficialmente el complot de los "radicales"

Las nuevas autoridades chinas reconocieron ayer de manera oficial que la viuda de Mao, Chiang Chin y los tres componentes del denominado Grupo de Shangai intentaron arrebatar el poder a Hua Kuo-feng mediante un golpe de Estado.En su editorial el periódico oficial del PCC, Diario del Pueblo, convocó «una firme campaña para exponer y criticar a aquellos que trataron de arrebatar el poder al partido». El editorial fue difundido íntegramente por Radio Pekín.

Entretanto, continúan en diferentes puntos de China y en especial en las ciudades de Pekín y Shangai (antiguo bastión de la línea radical) campañas de crítica contra los conspiradores y más concretamente, contra Chiang Chin, que es por el momento el personaje más vulnerable de cuantos están involucrados en el golpe de Estado.

Sin embargo, para la agencia de noticias japonesa Kiodo, el verdadero instigador del complot fue el viceprimer ministro, comisario político del Ejército y miembro del Comité Permanente del Buró Político, Chang Chun-chiao, que se sirvió, según la agencia, de la esposa de Mao para intentar colocarse al frente del partido.

La agencia añade que las autoridades chinas al descubrir el complot arrestaron el pasado día 6 a los cuatro personajes que en un futuro serán sometidos a juicio público.

Mientras en China persiste la campaña contra el grupo y cómplices ultraizquierdistas, las dos superpotencias, USA y URSS, se aprestan a sondear las intenciones internacionales de las nuevas autoridades lanzando llamadas de conciliación. Henry Kissinger, secretario de Estado norteamericano confió en una rueda de prensa la semana pasada que Estados Unidos prestaría ayuda militar a China en caso de que este país fuese atacado por la Unión Soviética. Kissinger dijo que «la integridad territorial y soberanía de China es muy importante para el equilibrio mundial».

Un alto funcionario norteamericano calificó las declaraciones del secretario de Estado, como el principal cambio de la política chino-estadounidense desde el comunicado de Shangai en 1972.

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Por su parte, Leónidas Breznev aprovechó una cena en honor del presidente y secretario del PC de Mongolia, Yumshaguin Tsedenbal, para afirmar que creía que existían soluciones para los problemas asiáticos y se necesitaba edificar las relaciones entre Estados (refiriéndose a China) «paso a paso, bajo los principios de buena vecindad, el respeto a las raíces, así como a la igualdad y a la soberanía de los demás Estados».

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