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Nuevo enfrentamiento entre la izquierda y la derecha laboristas

Juan Cruz

La izquierda y la derecha del laborismo vuelven a enfrentarse públicamente con motivo de las elecciones para cubrir el viceliderazgo del partido. Optan a ese puesto Michael Foot, el teórico defensor de las ideas «revolucionarias» del laborismo, y Shirley Williams, la portavoz más cualificada de los moderados.

La prueba electoral no supone sólo un «test» para las dos facciones, sino que puede ser decisiva para el futuro del liderazgo del partido. Si Michael Foot obtuviera el puesto, únicamente se consolidaría una situación de hecho, puesto que el líder de la Cámara de los Comunes desempeña ahora las mismas funciones que desarrollaría en el caso de ser vicelíder del partido. En este momento, Foot, que fue el principal oponente de Callaghan en las elecciones para suceder a Wilson, no es otra cosa que el portavoz del primer ministro y el defensor de las decisiones del Gabinete ante las fuerzas de izquierda. Con más de sesenta años, Foot tampoco aspira ya a ser líder el partido y a convertirse, por tanto, en jefe del Gobierno.Sin embargo, si es Shirley Williams, actual ministro de Educación y la única mujer que le queda al Gabinete, la que obtiene el triunfo, habría que pensar en ella como una futura contendiente para optar al liderazgo del partido. Es una mujer de poco más de cincuenta años, con una gran fortaleza dialéctica y con una carrera intachable dentro de las filas del laborismo. Ante las posiciones radicales de los partidarios de Foot, ella muestra una gran habilidad para defender una política moderada que no asuste al electorado y que preserve la voluntad de los individuos frente a una excesiva intromisión del Estado.

El primer ministro, Callaghan, hubiera querido que estas elecciones fueran de trámite y culminaran con la nominación automática de Michael Foot. Al presentarse la señora Williams a la votación, una victoria de Foot podría ser capitalizada por la izquierda, que la vería como un signo más de su fortaleza.

Callaghan, «machista»

Callaghan ha querido también de evitar que se muestre una vez más públicamente la desunión que se mantiene en el seno del laborismo. Pero Callaghan no puede presionar demasiado para que sus colegas voten por Foot a pesar de que cree que la promoción del líder de los Comunes garantizaría el equilibrio del partido. Si Shirley Williams no fuera una mujer, quizá la presión podría ser ejercida, e incluso con éxito. Pero Callaghan ha sido acusado recientemente por Bárbara Castle, ex ministro del Gabinete de Wilson, de ser un «machista» y de impedir el éxito de las mujeres en su Gobierno.En estas elecciones se le presentan a Callaghan dos alternativas, una de las cuales parece instranscendente: apoyar a Foot para cumplir sus objetivos o permitir que salga Shirley Williams para limpiar su nombre de toda reputación «machista». Dentro del partido, por otra parte, hay sectores que verían como un buen reclamo electoral la presencia de Shirley Williams en un puesto de tanta responsabilidad ministerial. En esas zonas no se descarta la esperanza de ver algún día unas elecciones generales en las que, los dos contendientes sean Maygaret Thatcher, que ya es líder de los conservadores, y Shirley Williams, que ya está en la «linea sucesoria» de James Callaghan.

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