Por el alcalde de Madrid
Es normal en nuestro país regatear elogios desinteresados a las personas cuya labor pública es correcta y acertada, y en, cambio se pasa radicalmente de la adulación servil a la crítica encarnizada. Por ello y con total desapasionamiento, considero un deber ciudadano elogiar la labor prudente, honesta y eficaz del alcalde de Madrid, don Juan de Arespacochaga.La desacertada labor de los ediles madrileños permitiendo al máximo la especulación y el caos arquitectónico, a veces por ineptitud y otras por inconfesables intereses, convirtieron nuestra ciudad en la más ruidosa, anárquica y contaminada ciudad del continente, manteniendo sólo visible ante los ojos de nuestros visitantes, la parte central con un desprecio absoluto a los millones de seres que habitan en barrios sin calles, luz pública, colegios, guarderías y sin siquiera los más elementales servicios sanitarios.
Es encomiable el modo sencillo, campechano y simpático con que el alcalde se acerca a los barrios, oyendo no sólo las quejas, sino poniendo todo de su parte para resolver los problemas que tienen solución, intentando descentralizar el Ayuntamiento para acercarse al vecindario, creando una delegación para contactar y atender a los vecinos y que ha tenido la enorme valentía, en un momento tan difícil, de solicitar y conseguir un crédito estatal de 5.000 millones de pesetas para el acondicionamiento de los barrios.
Esperemos que con su honestidad y talante liberal. alcance su aspiración de transformar nuestro Ayuntamiento en una entidad verdaderamente democrática.
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