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Reportaje:

Dos maneras de entender la seguridad mundial

Esta es la segunda y última parte del comentario en que nuestro corresponsal en Washington compara las directrices republicana y demócrata, en materia de política exterior. La primera apareció ayer bajo el título «Un triunfo de Carter flexibilizaría las relaciones con los eurocomunismos».

Los republicanos expresan su intención de incrementar el comercio y los contactos con Pekín, hasta llegar a una normalización de las relaciones diplomáticas, pero afirman que continuarán «apoyando la libertad e independencia de nuestra amiga y aliada, la República de China (Formosa), mediante un tratado de defensa mutua».Los demócratas desean un desarrollo de la amistad con Pekín, incluyendo las plenas relaciones diplomáticas, en el contexto de una solución pacífica del futuro de Formosa.

Respecto a la URSS, el Partido Republicano urge en su plataforma a que la política exterior de los Estados Unidos esté basada en una apreciación realista del «desafio comunista en el mundo», y afirma que Norteamérica debe permanecer firme ante las presiones soviéticos. Pide que Moscú respete los acuerdos de Helsinki y ponga fin a las restricciones puestas a la emigración, principalmente de judíos, y no utiliza en ningún momento la palabra «detente».

Los demócratas defienden el establecimiento de relaciones con la Unión Soviética sobre una nueva base de confianza mutua y expresan su deseo de favorecer la distensión, trabajando en nuevos tratados de limitacióri de armamento, pero sin permitir una inferioridad estratégica de Norteamérica respecto a la URSS. También recuerdan a Moscú los acuerdos de Helsinki y piden que respete la libertad de movimiento de los ciudadanos, y la libre expresión de las ideas.

Africa del Sur

Los republicanos confiesan que su política en Africa consiste en «favorecer la moderación» y reconocen el principio de autodeterminación en el continente, a la vez que el derecho de las minorías étnicas tribales y religiosas a ser respetadas, y se oponen a la «interferencia soviética» en la zona. El Partido Demócrata es consciente de lo «inevitable» de los gobiernos de mayoría en el continente y concretamente en el cono sur del mismo. Se niegan a reconocer la anéxión de Namibia por Sudáfrica, defienden el embargo económico contra Rodesia y piden un mayor control de los negocios de las grandes corporaciones norteamericanas con el régimen de Pretoria. Por último, creen que deben realizarse esfuerzos para normalizar las relaciones con Angola.Durante las últimas semanas, Jimmy Carter hizo varias veces declaraciones en las que anunció su intención de modificar «sustancialmente» la política exterior de los Estados Unidos, colocándose aparentemente en la misma onda ideológica que el ala liberal de su partido. En una ocasión se refirió al necesario control de la ayuda exterior norteamericana, para asegurarse de que no sirve para que «dictadores de poca monta se compren un cadillac nuevo».

El candidato demócrata expresó su crencia en que la paz mundial va a depender en el futuro más de problemas económicos y sociales que de problemas militares y de seguridad, como sucedía desde la segunda guerra mundial hasta ahora.

Carter expresó también recientemente su propósito de no enviar tropas al extranjero para intervenir en los asuntos internos de ningún país, salvo que sea para proceder a la evacuación de ciudadanos americanos o, por ejemplo , en el caso de que «los rusos invadieran un país como Costa Rica». El candidato demócrata declaró ser partidario de una política de máxima claridad, incluso durante las épocas de crisis, y se refirió concretamente al caso de los sobornos de la Lockheed, anunciando su intención de descubrir plenamente las implicaciones de funcionarios extranjeros.

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