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Se consagra la política "centrista" en Alemania Federal

La coalición social-liberal, dirigida por el canciller Helmut Schmidt, ha ganado las elecciones generales en la República Federal de Alemania. La participación electoral, en parte sin duda, debido al magnífico tiempo, fue más alta aún que en los comicios anteriores de 1972. Con algo más del 91 por 100 del total de habitantes con derecho al voto, los alemanes han vuelto a demostrar su espíritu de ciudadanía.

El gran vencedor de las elecciones ha sido Helmut Köhl, aunque su victoria no haya sido suficiente para desbancar a la coalición social-liberal que en el nuevo Bundestag contará con 252 escaños por 244 de los conservadores (CDU y CSU).No cabe duda que la dificilísima victoria electoral de los socialdemócratas y liberales y el triunfo relativo de los cristianodemócratas habrá que atribuirlo forzosamente a razones acusadamente nacionales y nada fáciles de calibrar. En primer lugar hay que hacer notar que el gran triunfo de los socialdemócratas en las elecciones de 1972 se debió principalmente a la concurrencia de dos factores: por una parte a la existencia de un verdadero problema nacional, la tan discutida ostpolitik de Brandt y Scheel, que en las urnas encontraría un refrendo inesperado y, por otra, a la presencia en la Cancillería de un hombre como Willy Brandt dotado de cualidades humanas carismáticas, de las que sin duda carece su sucesor. La campaña electoral de 1976 ha sido huérfana en temas nacionales capaces de «dividir al pueblo alemán» en dos grandes bloques o apasionarle en demasía. La coalición gubernamental y la oposición siguieron por caminos estratégicos completamente distintos.

Negativa al extremismo

Schmidt y Genscher insistieron en la labor desarrollada, en la estabilidad política, social y económica del país, mientras que la oposición advertía hasta la saciedad del peligro de un socavamiento de las estructuras socioeconómicas por el concubinato no controlado y controlable entre socialistas y comunistas. Pues bien, también en este sentido, las urnas han sido explícitas. Los partidos minúsculos, o sea, el partido neonazi y los dos grupos comunistas, no han conseguido en conjunto más del 0,5 por 100 de los votos. Es decir, que el pueblo alemán ha respondido con una negativa rotunda a todos los extremismos, bien sea de derecha o de izquierda. Con lo cual se impone la convicción de que el verdadero triunfador de las elecciones no han sido las agrupaciones y tendencias políticas, sino el espíritu y madurez democráticos del pueblo alemán.

Es de suponer que, sobre todo en el extranjero, se considerara que en la República Federal se ha operado el 3 de octubre de 1976 un acusado giro hacia la derecha, que las ganancias de los cristianodemócratas y cristianosociales, que en algunos laender pasan del 5 por 100, demuestran el incontenible avance del ideario conservador en Alemania Occidental. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en estas elecciones se presentaron a las urnas3.300.000 electores nuevos, entre dieciocho y veintún años, que, a diferencia de lo ocurrido en 1972 no se inclinaron mayoritariamente por los partidos de la coalición. Según primeros análisis, casi el 50 por 100 de estos jóvenes optaron por los conservadores, o sea más de un millón y medio.

En resumen: Lo ocurrido es que las cosas han quedado en su sitio. En la República Federal se han instituido políticamente dos grandes bloques centristas, con programas básicamente parecidos. Pensar otra cosa sería desconocer la fuerza motriz del bienestar de una sociedad en que las diferencias de clases sólo existen ya en la imaginación de algunos alucinados.

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