La recesión que apunta en el horizonte norteamericano perjudica a Ford
Por primera vez desde que se inició la recuperación económica de Estados Unidos, ahora hace año y medio, los norteamericanos perciben de nuevo esta semana el temor de una posible recesión.Cuando todos los indicios aseguraban un progreso normal, aunque lento, de los diversos sectores de la economía nacional, el Gobierno reveló de improviso que no todo marcha sobre ruedas en el mundo de los negocios.
De confirmarse estos temores, quedaría en duda la política insistente del presidente Ford de anteponer a cualquier otra consideración económica el peligro de la inflación. Esta política, apoyada por la Reserva Federal, ha mantenido una estrategia monetaria de escaso aumento de la circulación fiduciaria y de recorte de gastos públicos.
Ford ha basado sus decisiones económicas en el supuesto de que la recuperación económica era irreversible y de que la inflación era el único problema en el horizonte.
En el debate televisado que le opuso a Jimmy Carter, el aspirante demócrata, el presidente prometió equilibrar el presupuesto federal en los próximos dos años,estimular la economía privada y disminuir drásticamente la cifra de parados.
La publicación de las estadísticas del índice de indicadores económicos por el Departamento de Comercio provocó el primer susto entre los confiados inversores de Wall Street que todavía no habían salido de la euforia de la semana pasada.
El índice, barómetro de las presiones y dirección de la economía en los meses venideros, registró en agosto una pérdida de 1,5, la primera baja en año y medio, que anuló de un plumazo la tasa de crecimiento habida en los dos meses anteriores.
La sorpresa ante este revés fue doble, porque, tan sólo la semana anterior, Wall Street había recobrado el entusiasmo, después de haberse comprobado que la inflación en agosto había permanecido estable, aun 6 por 100 anual, mientras que las tasas de interés bancario seguirían bajando, del 7 al 6,3/4, por 100.
Lo más preocupante es la baja sufrida en los indicadores del desempleo y de los pedidos industriales, un reflejo de una demanda decaída, sin aparente propensión a animarse en los meses próximos.
Desde hace meses, los bancos se están quejado de que no saben que hacer con el dinero que tienen, en sus arcas, que no les está produciendo beneficios.
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