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Vital Alsar prepara su cuarto viaje

Vital Alsar prepara en Madrid su cuarto viaje. Lo suyo es la navegación primitiva, casi náufraga, de aventurero prácticamente solitario. Muchos kilómetros -millas marinas, dice- para jugarse la piel y demostrar Dios sabe qué cosas, en la reconstrucción de arcaicos viajes, en la salvación de involuntarios marineros perdidos, en el estudio de corrientes oceánicas, vientos, ecosistemas, relaciones humanas. Dos libros, La Balsa y Porqué imposible, una película, Las Balsas, y una explicación filosófica que convierte los suyos en viajes místicos.Vital Alsar nació en Santander, en 1933. Ha sido hombre de muchos oficios y de muchos estudios. Y en el fondo, le tira la mar. Hace veinte años empieza esta vida osada, loca. La primera expedición La Pacífica, sale de Guayaquii (Ecuador) en 1966, y fracasa.

-Naufragó al pudrirse la madera. Por inexperiencia, no hice caso de los cortadores, que saben elegir la madera y cortarla en la estación adecuada. Hay que escoger madera hembra, más suave, ligera y porosa, que flota mejor y más largo. Y hay que cortarla con luna llena, en menguante ya: para entonces la madera, que sufre en su savia la influencia de la luna -como todos los líquidos naturales, como las mareas y la sangre-, ya se ha fortalecido en la, época de luna creciente. Nosoiros la cortamos en creciente, así que los árboles estaban débiles, y se nos pudrieron.

Con todo hicimos 5.200 millas marinas (casi 10.000 kilómetros), rumbo a Australia, en 143 días. Nos recogió un barco alemán.Ibamos cuatro en la balsa, de distintas nacionalidades.

-Así que en 1970, con cuatro trupulantes y de nuevo en una balsa, volvimos a intentar el viaje. Esta vez hubo éxito: Tras 161 días llegamos a Mooloolaba, Australia, a pocos metros de la playa prevista. Aguantamos temporales, tempestades, mala mar... Sólo llevábamos una carta y un sextante.

-Y una vela pintada por Dalí,

-Sí. Dalí nos pintó la vela para las tres expediciones. El fue el padrino español de la aventura. Siempre creyó.

-La tercera expedición también fue a Australia, ¿por qué?

-Sí. La Balsa había abierto una nueva ruta. Las Balsas iban a demostrar que la llegada al lugar previsto no era casual y, por otro lado, que eran posibles -y ocurrieron- los viajes de flotas de balsas entre los distintos continentes. Esta vez viajamos con tres embarcaciones y doce personas. Las balsas atravesaron el Pacífico sin separarse.

-¿Cómo se pasan seis meses en una balsa?

-Bueno, se trabaja mucho, hay muchas cosas que hacer. El tedio sentimental existe, claro, pero cuando embarca uno ya está preparado para pasar ese tiempo fuera de la familia. Yo no veo a los niños desde unos días antes, es parte del aprendizaje. Luego lo mejor es olvidarse y ponerse a trabajar.

-Pero cuando ese viaje puede hacerse en pocas horas y en un avión comodísimo, -¿qué sentido tiene?...

-Yo admito que mi profesión es poco normal, y que sólo se integra a lo normal cuando se consigue lo que se quería hacer. Yo creo que tiene un sentido: prueba las facultades del hombre, y es el puente a un futuro en que pueda realizar mucho más que lo que esperamos. La experiencia es mucho más que conseguirlo. La aventura, en sí, que, si no triunfara sería llamada locura vaná... Se trata de probar la resistencia en el naufragio, y esto ayuda a los que naufragan a secas.

La ruta de Orellana

-¿Y el próximo?-Seguiremos la ruta de Francisco de Orellana, que descubrió y remontó el Amazonas. Saldremos de la ciudad que él fundó, Guayaquil, y con seis balsas subiremos el río Bebahoyo. El tardó diez días. Luego, a pie, las montañas de Guaranga, continúa a Ambato, Latacunga y llega a Quito. En Quito descansa, y va hacia la selva Ecuatorial, donde se encuentra con Pizarro, que le enrola en la busca de Eldorado y el País de la Canela, para lo que empeña todas sus propiedades. En el río Coca construyen un galeón, con el que remontan el Coca, afluente del Napo, y éste del Amazonas, que, seguido río abajo, les lleva al mar: el Atlántico. Ellos navegan hasta Venezuela, y allí abandonan sus barcos. Nosotros seguiremos su camino igual, y construiremos barcas tipo galeón (de 11 metros por 3,66), con las que seguiremos viaje hasta Europa. Por el Atlántico Norte, hasta cerca de las Bermudas, y luego, trabados al Golf Stream, hasta Santander, el lugar donde nací, donde se construyeron la Santa María y la Pinta, y donde está el museo que albergará la Balsa. En total, unos 18.000 kilómetros.

-¿Y como programa?

-Haremos estudios biológicos, médicos y de comportamiento.

El hombre es bueno

-Para mí, lo fundamental en los viajes es la convivencia humana en situaciones límites. Trato de demostrar que, incluso en las peores condiciones, no es verdad que el hombre sea incapaz de convivir con los otros sin violencia. La esencia del hombre es buena. Hay que cultivársela, llevándole hacia el bien, hacia lo positivo. El mal es una ilusión de la mente humana. Existe el bien, y el resto es ilusión. Por eso lo importante en esto son los viajes hacia dentro, los que hacemos por el conocimiento y el reto a nosotros mismos. Ahí se aúna el esfuerzo por el dominio de la naturaleza y de uno mismo, y la convivencia en paz con los elementos, con los otros, y con uno mismo, claro.-Una última pregunta: ¿Por qué no llevais nunca mujeres?

-¿No te parece que ya tenemos bastantes problemas? En realidad, creo que en los primitivos viajes en balsas se trasladaban pueblos enteros, mujeres incluidas, que estaban preparadas por la naturaleza para el trabajo durísimo, y de pura fuerza física, que en este mornento no es lo más indicado. Y no estamos preparados para llevar pasajeros. A las mujeres las llevamos en la cabeza y en el corazón, como le dije a una hippy empeñada en venirse. ¿No te parece bastante?

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