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El lunes se inaugura la escuela taurina

El próximo lunes, día 4, se inaugura la escuela taurina, creación de la cooperativa que integran novilleros y subalternos. Es seguramente la noticia más trascendental que se producido en el mundo de los toros en los últimos años.Los locales de la escuela se han, montado en la Casa del Ganadero, de la Feria del Campo, y cuenta también con la placita de toros de la propia feria, que ha sido remozada y acondicionada. Es proyecto de la cooperativa enseñar el oficio de torero en sus diversas categorías; formar profesionalmente, a conciencia. a todos los aspirantes, por supuesto no para marcarles un estilo determinado sino para que conozcan todas las suertes básicas. el repertorio de pases y lances que se ha ido acumulando durante toda la historia del toreo y los fundamentos de la lidia de reses bravas.

Naturalmente, de las pruebas de aptitud y del transcurso de las enseñanzas se deducirá una selección de quienes reúnen las condiciones mínimas para ejercer la profesión, y estos contarán, al término de su paso por la escuela, con un bagaje de conocimientos que ahora les son. imposibles de adquirir por el aprendizaje en las plazas de la torería que exhiben las figuras, tan parva.

La escuela taurina de la cooperativa de toreros, si como suponemos se dirige con fundamento y cuenta con apoyo de los distintos estamentos de la fiesta, puede producir en el mundo taurino una revolución; puede devolver al espectáculo la calidad perdida, y sobre todo llevar cordura y justicia a las decadentes estructuras sobre las que se asienta.

Se ha dicho de siempre, incluso desde la afición, que el toreo lo que necesita son dos figuras principales, de gran garra popular; y que el torero donde se hace es en el asalto de los cercados, en las hambres del peregrinar de una finca a otra para tener la oportunidad de dar unos capotazos en la tienta, o de un pueblo a otro para dejarse la piel a tiras, si necesario fuera, en una plaza de talanqueras.

Pero esto, con su parte de verdad y que es histórico, no tiene sentido en estos tiempos. Los avances sociales son buenos también para el profesional toreo y los aspirantes no pueden ni deben renunciar a ellos. No nos engañemos: la fiesta de toros, muy nuestra -es cierto-, porque durante siglos, generación a generación, diestros, ganaderos, aficionados han ido dejando en ella sus aportaciones, hasta configurarla como hoy es en esencia, no es. fundamental para la vida del país, no pasa de ser un recurso -todo lo sólido que se quiera- para llenar el ocio. Y ya sería, demasiado exigir que para satisfacer ese ocio toda la selección y formación de sus protagonistas humanos haya de ser una ruina, seguir indefectiblemente senderos de injusticia social; acumular miseria, cornadas, recomendaciones, reveses, golpes de fortuna, para que ese sea el matiz de donde salgan los mejores y, por añadidura, sin garantías de que, efectivamente, vayan a ser los mejores. Si esta situación fuera vital para el espectáculo taurino, más valdría renunciar a él y que desapareciera.

Más por otro lado, la fiesta alcanzó un grado de plenitud que de ninguna manera debe perderse. Plenitud que se materializó por la calidad de los toreros, sus conocimientos del oficio y el poderío para vencer las dificultades propias del toro íntegro y pujante, y paralelamente, o consecuentemente, por el interés y la pasión que despertó en las gentes. Hoy las circunstancias son distintas, se presenta en decadencia el espectáculo y es evidente que repertorio, calidad, oficio, incluso afición, se pierden hasta el punto de que en estos momentos están a punto de quedar reducidos a su mínimo nivel. Para comprender esta situación basta con ir a los toros.

La escuela taurina, que tantas veces hemos propugnado (y ya dijimos en estas páginas que sería una realidad cuando finalizara la temporada) tiene ante sí una tarea de tanta trascendencia qué de su acierto va a depender el resurgimiento del toreo. Ya tiene, en su propio origen, un gran camino recorrido: no la crean eruditos, no es fruto de una medida impositiva de la Administración, no es un divertimento de aficionados, sino que surge de la base, porque la base conoce a fondo cuál es su problema real y le busca la solución adecuada.

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