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La posición republicana

Francrisco Giral, doctor en Química y Farmacia por la Universidad de Madrid, ha permanecido treinta y siete años exiliado en México, donde ha dirigido 200 tesis de química en la Universidad de México. Recientemente ha regresado a nuestro país esperando la reincorporación a su cátedra de Química Orgánica, ganada en abril de 1936 y de la que fue destituido por ocio el 20 de noviembre de 1936.

En octubre último. meditando desde el exilio mexicano sobre la hora del deber histórico, que se aproximaba y recordando que nos encontrábamos en situación similar a la de 1833, se dejó impreso este párrafo que reproducimos ahora reafirmando su plena vigencia como pórtico de la posición republicana:«Españoles de todas clases, de todas las ideas y de todas las creencias: no repitamos ahora las trágicas consecuerácias de las confusiones junto al moribundo de La Granja. con nuevas turbiedades surgidas en el lecho del moribundo de El Pardo. No repitamos la cadena de violencias y de guerras civiles para beneficio de los espectadores extranjeros.»

He ahí el meollo de la posición republicana en 1976, una posición que está tan lejos de la oposición como de la imposición. ¿Oposición a qué o a quién? Todavía no se h1a explicado con claridad. Porque si la oposición actual se declara con nitidez frente a la oposición anteríor, oposición a otra oposicion es volver a la posicíón, a la posición republicana. ¿Quiénes iniciaron la oposición anterior y cómo la ejecutaron? Que cada uno de los españoles responda en conciencia -en su propia conciencia- a esos interrogantes.

¡Imposición...! No necesita preguntas, sino admiraciones suspensivas sobre la ejecución futura. Por si sirve de algo, recordemos la gran lección que nos dejó Antonio Machado -maestro de hombres-, superando en cien codos lo que dijo y lo que hizo Romain Rolland, que ya encerraba una valiente postura humana:

«Es más difícil estara la altura de las circunstancias que au dessus de la melée.» Por difícil que sea, hay que intentarlo. Más difícil nos parece tratar de convencer a un mundo democrático de que, aquí se está instaurando la democracia al estilo de los demás, cuando no se aclaran los conceptos de oposición, imposición y posición. Por muchos circunloquios que se utilicen, en cualquier idioma actual se sabe traducir con toda precisión el lenguaje político.

La posición republicana es clara y simple: ¡Pedimos la palabra!

Según venimos diciendo desde México hace años: «pedimos la palabra para organizar pacíficamente, en forma civil, la vida futura del pueblo español». Pedimos la palabra sin más armas que la dialéctica de la razón, la dialéctica de la pluma y de la palabra. Hemos condenado que fuese precisamente un universitario quien lanzase como consigna la dialéctica de los puños y de las pistolas. Y lo hemos condenado por creer que eso sirvió de inspiración trágica, a gentes no universitarias, para poner en práctica la dialéctica de las ametralladoras y de los cañones. La posición republicana ha rechazado también la recién instaurada dialéctica de las bombas y de los secuestros.

Si el mundo se mueve hoy entre la libertad y el miedo, según expresión acertada de Germán Arciniegos, la posición republicana consiste en alcanzar la libertad, la democracia y la justicia, por vía pacífica, como entes de razón, sin miedo.

Disponemos del programa más claro y más completo, que se inicia con una reivindicación de la legislación republicana, hoy utilizada como bandera en muchos problemas nacionales pero disimulando su origen y ocultando el hecho de que funcionó satisfactoriamente durante varios años, según se ha reconocido en diversos ámbitos internacionales. Es evidente que se requiere una ampliación y una actualización, teniendo en cuenta los cambios socio-económicos que se han realizado en el país y en el mundo. A ello nos dedicaremos en su día. si se nos permite hacerlo mesuradamente, razonablemente, pacíficamente.

Somos partidarios de someter el destino público de la nación, en un período constituyente, a la decisión soberana de la voluntad popular, dispuestos a acatar con civismo el veredicto de la mayoría. Para llegar a ello, la posición republicana pide la palabra con libertad (libertad con tolerancia) y con respeto mutuo para todos, como único modo de conseguir la convivencia ciudadana entre los españoles de todas las ideologías, en esta hora en que se nos convoca para cumplir el deber que merece la dignidad histórica de España.

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