Hasta las cachas y los huesos
Leo en la prensa, con diferencia de pocos días, que un ex ministro se declara monárquico «hasta las cachas» y un teniente general franquista «hasta los huesos». Me sorprenden melancólicamente manifestaciones tan rotundas, que prueban la vigencia, ¡hoy todavía!, de los extremismos celtibéricos. Creo que desde el principio de los tiempos, ninguna institución u hombre de Estado resultaron tan perfectos como para que nuestra admiración hacia ellos quedara limitada, nada menos, que por tales partes de nuestro ser. Y juzgo que una postura semejante a la giscardiana del "si, pero..." es más acorde con una moderna y un tanto escléptica independencia de criterio, que la madurez intelectual de las gentes de hoy parece aconsejar.
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