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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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La barra de pan

Con barras de pan, con lanzas de pan se ha manifestado el pueblo en Moratalaz. La batalla del pueblo está perdida, porque el pueblo esgrime barras de pan, y los donceles que han muerto en Almería y el País Vasco no murieron alanceados con pan.Corrí a la manifestación de Moratalaz con mi barra de pan. No era el pan dorado y tranquilo de todos los días, ese pan de encontrarse a la gente en el camino y compartir pan y conversación. Era un pan como una adarga, era el imaginairio pan de la protesta. Allí estaba el señor Munárriz, capitán de la guerra del pan, allí estaba el pueblo de Madrid, combatiendo con barras de pan a los invisibles mamelucos de la especulación, la carestía de la vida y la represión. .

Magritte, el lírico surrealista belga, hacía llover del cielo barras de pan sobre la hermosa gente de la ciudad. Zurbarán -ese Dalí de los siglos místicos- partía cándidos y preciosos trozos de -pan, adoquines de pan para adoquinar el cielo de los justos. Pero el cimiento d,el pueblo español es una argamasa de pan, porque ya dicen las estadlísticas que cuando hay subdesarrollo se come más pan. Y yo, que he comido el pan negro de salvados con la tajada del mied.o,de postguer ra, quise acudir a Moratalaz junto a esa juventud que ha crecido ya gracias a los panes de oro de la panadería,

. Y todavía dicen del pueblo español, este pueblo que cuando le ,'enfrentan y humillan con decretos, dictaduras, m'aterias reservadas, discriminaciones, subidas injustas e impuestos mal repartidos, se fimita a combatir con barras de pan. De pan y cuchillo se alimentaba Miguel Hernández, pero en Moratalaz no se vio un solo cuchillo, porquelos 1 anceros del pueblo sólo esgrimían'lanzas de pan.

Cuando salimos al extranjero, en seguida aprendemos que otros pueblos no comen pan, y por eso amamos más el pan que come elpueblo español, este pueblo molturado de pan y pobreza. Mientras suenan disparos por el norte y por el sur de España, la gente, la buena .gente, se arma hasta los dientes con una barra de pan.

-Tienen ustedes un pueblo que no se lo le dije al gobernador civil de provincias que había venido anticipadamente a la cumbre gubernamental de Madrid.

Cela ha contado en un libro de cómo el pueblo de Madrid pedía armas en el treinta y seis.

-Ar-mas, ar-mas, ar-mas...

El rumor colectivo pasa como un mar reiterado y sombrío por el fondo de la novela-. No demos lugar a que este pueblovuelvaa pedir armas, ahora que sólo pide pan. Pan barato, lucha contra la carestía de la vida, mayoría de edad a los dieciocho años, justicia. Porque, frente a la retórica imprecisa de los políticos profesionales, qué concretas, qué reales siempre las palabras del pueblo. Sus estandartes de guerra incruenta son unas páncartas como de anunciar m elones, y su artillería y su hallesteria son unas barras de pan reciente. Pero volví melancólico de Moratalaz, ya digo, porque la guerra del pan está perdida.

Es la guerra por la democracia. La democracia empuja con pan, la lanza de don Quijote es siempre una lanza de harina e ideal que suele topar, en la noche de los tiempos, con la Iglesia o el Estado. Con la tapia alta del Poder. Moratalaz se ha levantado en armas. Moratalaz se ha levantado en barras. En tiernas barras de pan. Un gobernador- del norte ha alternado la Guardia Civil con la Policía Armada, como fuerzas de choque, en los sucesos de estos días. El pueblo sólo puede elegir entre la barra familiar y el panecillo. En Moratalaz hay un polvorín de pan, un arsenal de paz. Aquello era grandioso como el cuadro de las lanzas. Pero las lanzas eran de pan. Todo estaba entre Velázquez, Goya y Solana, los grandes pintores de nuestra Historia y nuestro pueblo. El pueblo ha vuelto a perder la eterna guerra del pan.

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