La discografía española del "lied"
A propósito de un libro de Federico Sopeña he aludido a la escasa discografía española acerca del lied. Conviene insistir sobre el tema, pues tiene capital importancia para el entendimiento de ciertos aspectos de la mejor música del pasado y del presente siglo.El propio Sopeña ha escrito recientemente: «Cuando después de años y años de trabajo yo publicaba mi libro. sobre el lied romántico, cuidando un largo apéndice con el texto bilingüe, se me caía el alma a los pies al comprobar que la mayoría de las obras estudiadas - ¡los ciclos capitales en la historia del lied! - no estaban en nuestro mercado ».
Esta penosa situación ha mejorado levemente en los últimos meses, mas la presencia de discos de esta naturaleza en España sigue siendo rara, esporádica y efectivamente pobre. En realidad es la justa correspondencia al desconocimiento y desinterés del aficionado medio hacia esta importante parcela de la creación musical. Que un cantante de la categoría de Fischer-Dieskau, máximo exponente del mejor estilo liederístico en el mundo, no haya dado un recital jamás en Madrid, dice mucho sobre el poco aprecio demostrado por el público español hacia el lied. Que los únicos discos de la Schwarkopf que hoy pueden adquirirse en nuestro país sean con acompañamiento orquestal, es otro dato revelador del triste panorama. No es cosa de ponerse a citar nombres de ilustres cantantes de lieder ignorados por las casas discográficas, pero sí recordar algunos títulos fundamentales del repertorio -universal, inasequibles en la actualidad al amante del género lied.
Recordamos, por ejemplo, del repertorio alemán ciclos esenciales como El viaje de invierno de Schuber; Amor y vida de mujer, Lieder und Gesangey Myrthen, de Schumanni, las nueve canciones Op. 32 y las Cuatro Canciones Serias, de Brahms, todas las canciones de Mendelssohn, casi todo Wolf, etcétera.
Del repertorio ruso apenas es posible conocer algo. La abundante obra para canto y piano de Cui, Tchaikovsky y, esto es más grave, Mussorgsky, están ausentes, casi en su totalidad, de nuestra discografía. Hubo hasta hace poco un raro LP con canciones de Rachmaninoff, pero pronto fue descatalogado.
Del francés nos falta lo mejor. Los ciclos más conseguidos de Fauré (La Bonne Chanson, Chanson d'Eve, Jardin clos, L'Horizon chimérique), están lejos de nuestro alcance. El registro más completo que había, una cara dedicada a, Debussy y otra a Ravel por Victoria de los Angeles y el pianista Gonzalo Soriano, ha desaparecido. No es posible encontrar una sola melodía de Duparco de Poulec.
Sería, demasiado pedir repertorio inglés, o canciones de Grieg, de Sibelius, de los clásicos (Haydn por ejemplo), y no digamos nada de los contemporáneos. En cuanto a la canción de concierto española, cultivada profusamente por nuestras cantantes, se cae siempre en la grabación de los mismos títulos.
Me hago cargó de las dificultades de las casas grabadoras para abrir brecha en un mundo musical pequeño, rutinario. Sin embargo, las publicaciones poéticas han aumentado notablemente en España. La poesía gana adeptos por momentos. ¿Y la poesía con música? Nuestros escritores siempre han trabajado de espaldas a la música, incluso a la de más carga literaria.
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