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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Secuestros palestinos

CON FRECUENCIA sospechosa algunos grupúsculos de la resistencia palestina están llevando a cabo acciones calificadas como terroristas por los medios de información y que suelen cancelarse o bien con una masacre indiscriminada o bien con una tragicomedia incruenta. El reciente secuestro de un avión de la compañía holandesa KLM y su periplo por el Mediterráneo hasta recalaren Chipre, la extraña franquicia conseguida por los secuestradores para huir tras haber abandonado el avión y la actitud intransigente del Gobierno israelí, es el último episodio de esta serie incierta de actos. No parece probable que sea el último. Y esto lejos de acreditar y popularizar la causa palestina la deteriora.El pueblo palestino ha sufrido los avatares de la historia, las presiones de las grandes potencias, las injusticias del expansionismo sionista, y la indiferencia de un mundo que sólo toma en consideración a los débiles cuando alzan la voz o la mano. La cuestión palestina tendrá que ser resuelta por quienes la provocaron, pero también por los propios palestinos. Su voz se oirá más clara cuando los grupos incrontrolados dejen de realizar sabotajes, secuestros y asesinatos indiscriminados, y también cuando las instancias unitarias de la Organización de Liberación de Palestina condenen sin reticencias estos actos. Hasta ahora este tipo de condenas no ha sido tajante ni clara.

Sucede que hasta los sectores más progresistas del mundo árabe empiezan a cansarse de este psicodrama inútil. El señor Jumblatt, líder progresista libanés, acaba de advertir con toda seriedad a los «hermanos palestinos» que abandonen ciertos métodos violentos que están provocando la estupefacción cuando no la indignación de todo el mundo civilizado. En efecto, el mundo comprobó con estupefacción la santa alianza existente entre el dictador Id¡ Amin y los secuestradores del airbus de Air France. La posterior acción israelí que objetivamente constituyó una violación flagrante de todas las leyes internacionales no fue condenada por casi nadie porque era la respuesta a otra acción de parecidas características. La causa palestina salió lesionada de esta aventura. Exactamente lo mismo sucedió hace algunos días con el secuestro de Niza.

La violencia institucional ejercida por el Estado de Israel sobre un pueblo al que se le extirpó de sus raíces y se condenó al éxodo no puede justificar la violencia del terrorismo, ejercida sobre personas inocentes que pudieran simpatizar incluso con la causa palestina. Hora es de que la Organización de Liberación de Palestina tome cartas en el asunto, impida, prevenga y condene este tipo de actos que a la larga sólo favorecen a quienes pretenden perpetuar una injusticia y condenar a los palestinos al ostracismo y a la miseria. Hora es también de que los países que todavía alientan y protegen estas acciones cejen en su insensato padrinazgo. Y no sólo verbalmente.

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