A medio camino
Muchas cosas caben, en efecto, debajo de un minue y mucho de humanidad puede caber en la narración intímista, desordenada, como es desordenado el flujo de las sensaciones y los recuerdos, a través de una mente y su traducción en una novela de una vida en un momento de crisis personal, pasional, generacional, política y social -o sea, total o poco menos- que el narrador va dejando escrita y descrita tal y como fluye, lo cual ya es el principio no sólo de un orden, sino de una solución.¿Qué sucede en Piel de fondo que no sea dentro del cerebro del protagonista? No demasiado; que el estudiante toma parte en alguna revuelta universitaria, que recibe un telegrama que le dala noticia de la muerte del padre en el mismo cuarto de la pensión y en el preciso momento en que la sobrina de la patrona se le mete en el mismo, con intenciones de retozo; algún vagabundeo, un trozo de camino al viajar. Poco, en definitiva, si se le despoja de su suspensión en una larga y turbulenta calicata en el interior, en una weltanschaung de las que alguna vez se presentan en el espíritu de un joven al que se le disparan en todas las direcciones sus sentidos y potencias.
Piel de fondo,
de Manuel Laza Zerón. Barcelona. Editorial Akal. 1976. 163 páginas.
Como objeto, y tema de novela a la vez, es válido, y la cuestión estriba en el modo narrativo. Nos parece que en Piel de fondo existe la sensación de magma de la materia narrada y su ebullición, pero no es claro su interés al ser contada y, por otra parte, no se hace conseguida, aunque sí intentada, la voluntad de que discurra y se organice dentro del experimentalismo. La novela queda a medio camino.
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