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Tribuna:COMUNICACION
Tribuna
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Televisión popular

Nos hemos acostumbrado, poco a poco, a que la imagen electrónica sea monopolio estatal en casi todos los países, pero hasta estos sistemas pueden ofrecer algún resquicio y una emisora oficial como la BBC británica ha anunciado que el pueblo podrá acceder a los estudios durante una hora diaria para exponer sus opiniones con total libertad. Con esta acertada medida se amplía el rincón de los oradores de Hyde Park -tradicional refugio de la expresión libre en Gran Bretaña- a los límites de toda la isla, lo que constituye un síntoma bien esperanzador.La ruptura de estos cotos cerrados que son las televisiones estatales es una vieja aspiración imposible y, aunque se limite a una hora cada día, no sería malo ver el procedimiento ensayado dentro de nuestras fronteras.

Quedan otras alternativas, sin embargo, que no han sido suficientemente divulgadas. la más importante de las cuales -la más viable, también- es la televisión por cable. En España se ha anunciado la implantación de este sistema, pero sólo se trata de comercializar, mediante el hilo telefónico. los dos canales hasta ahora existentes, con probables adiciones espectaculares, no de la auténtica difusión popular que posibilitaría una cadena de emisoras de proporciones reducidas y alcance limitado -con gastos de instalación y mantenimiento alcance de los usuarios-, donde el espectador pudiera salir de su pasividad e intervenir activamente en la programacióny en los debates.

La inversión económica de una televisión estatal es muy alta y aunque determinadas empresas privadas pudieran afrontarla -muy difícil, si no se trata de las multinacionales de rigor-, es arriesgado pensar en varias cadenas nacionales ante la dificultad de conseguir una cobertura publicitaria. adecuada. Las televisiones por cable, en cambio, no necesitarían más que un equipo reducido, con un personal de aficiona dos y los mismos receptores; convencionales. Su alcance quedaría reducido a una barriada o, todo lo más, una ciudad completa, y dependería de organizaciones cívicas, abiertas a todos los planteamientos ideológicos. Podría plantearse la coexistencia de las emisoras estatales -eventualmente, también de las privadas con estos centros populares, que contribuirían con sus emisiones horizontales y su tratamiento de los proble mas reales a servir de freno y acicate a la propaganda oficial y publicitaria de las grandes cadenas, que se guirían monopolizando, también inevitablemente, las funciones de entretenimiento y grandes espectáculos.

Por ahora, una televisión por cable concebida en este sentido no pasa de ser una experiencia imposible, pero su viabilidad ha quedado ampliamente demostrada en otros países -Italia, a la cabeza- y valdría la pena intentarlo aquí, cuando la ocasión sea propicia.

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