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Entrevista:

Dalí: "No engaño a nadie"

EL PAIS: Si bien a usted muchos lo han acusado de mixtificador...Dalí: Yo soy mixtificador, lo soy. En el sentido de la aluuimia; todo lo que es mezclar y dar atributos esotéricos a una obra se llama mixtificación. Pero no mixtificación en el sentido vulgar de querer engañar a mis amigos o a un público.

EL PAIS: Dalí, durante demasiado tiempo, ha confundido el sustantivo mixtificación (mezcla, mescolanza) con el verbo mixtificar (engañar).

Dalí: De mí siempre se habla de lo mismo: los bigotes, el tal, el cual. Eso es indispensable a mi mitología e incluso me ha protegido mucho, porque así nadie sabe quien soy.

EL PAIS: A nosotros nos interesa que nos diga quién es. Para muchos es una inteligencia notable, otros lo consideran el más grande pintor vivo y buena parte de la gente y de la crítica lo cree un mixtificador. Usted mismo, ¿cómo se define?

Dalí: Yo encuentro que los tres tienen razón, soy un personaje tan complejo que todo lo que se dice de mí tiene una parte infinitesimal de realidad. Soy mixtificador -en el sentido alquimista-, orgulloso más que nadie en el mundo, ya que me considero el único genio vivo de nuestra época y, al mismo tiempo, paradójicamente, el más modesto de todos, porque me creo un mal pintor. Si me comparo con los grandes maestros del Renacimiento, como Velázquez o Vermeer, mi obra me parece una catástrofe total; ahora, si me comparo con los pintores vivos, quizás soy uno de los mejores, pero me daría por satisfecho si un día me dijeran que soy uno de los mejores pintores de la provincia de Gerona.

El genio mío se traduce en pintura en una partícula muy, muy pequeña. La holografía -ahora estoy haciendo unas pruebas sublimes sobre la tercera dimensión en la pintura al óleo- es superior como invento al resultado pictórico propiamente dicho.

EL PAIS: A partir de todo esto, ¿qué papelpiensa que ocupa dentro de la historia del arte?

Dalí: Pseudocientífico, porque a mí los artistas me interesan poco; en cambio, estoy siempre rodeado de libros de ciencia.

EL PAIS: ¿Podríamos decir que le interesa más la invención, el hecho artístico como invención?

Dalí: No, no; me interesa el hecho artístico por la información que contiene. Para mí, la obra es importante cuando posee el máximo de bits de información.

EL PAIS: ¿Conoce a Aldo Pellegrini, poeta, ensayista y crítico de arte ligado al movimiento surrealista...?

Dall: Sí, claro.

EL PAIS: El, en uno de sus últimos libros, hablando del surrealismo, decía que ese movimiento significó un avance al proclamar la supremacía total del modelo interior, del impulso primero, negando todo control a la razón...

Dalí: Eso ya lo dijo Breton.

EL PAIS: ... y, por otro lado, un retroceso, al sostener la obra de pintores académicos, como Salvador Dalí y René Magritte. ¿No cree que su pintura es académica?

Dalí: Quisiera que lo fuera. Mi ambición es transformar la experiencia surrealistal que es muy importante, en algo perenne y clásico, incluso pompier.

EL PAIS: Se lo pregunto por esa manifiesta admiración que tiene por algunos clásicos.

Dalí: No sólo por Velázquez, por pintores muy inferiores. Yo soy de los únicos que me tomé en serio el Angelus de Millet, que era el cuadro que se creía más ridículo, más reproducido, más estereotipado, y este año se ha podido comprobar en la exposición del Louvre, y también en Londres y América, cómo se ha revalorizado la obra de Jean-François Millet, diciéndose que es mucho más importante que la de Van Gogh.

Objetivo

EL PAIS: ¿Qué objetivo persigue con la obra de arte?

Dalí: El primero es que la obra de arte puede llevar al cerebro de las personas que no son artistas las máximas garantías de información espiritual.

EL PAIS: ¿Qué representa la obra de arte; acaso el juego, la fiesta, lo sagrado? Entendiendo que el juego es lo espontáneo, el hallazgo; que la fiesta es una artificial pero artística efaltación de la vida, y lo sagrado, ceremonial, y consumación del universo. ¿Es así para usted?

Dalí: No es completo, pero está inteligentemente explicado.

EL PAIS: ¿Pintar es un juego?

Dalí: No juego, me divierto constantemente, un poco en el sentido de nuestro querido y malogrado Eugenio D'Ors, que escribió la filosofía del hombre que trabaja y juega. Muchas veces estoy pensando en algo que me parece muy profundo y no me sale; llaman al teléfono o pasa una gente cualquiera y la idea surge instantáneamente. El rario de Dalí es ese horrible pensador de Auguste Rodin, que está en una actitud mucho más propia de la defecación que de la creación artística o filosófica.

EL PAIS: André Breton -antes lo citó usted-, haciendo un anagrama con su nombre, lo llamó «Avida Dollars»; Dalí alguna vez dijo que ser místico es hacer oro...

Dalí: No yo, todos los místicos. Todos los grandes místicos, empezando por el sublime Raimundo Lulio, de Palma de Mallorca, que tuvo la intención de transformar la materia vil en oro, y no hablemos de toda la mística dé la Edad Media, basada en la transmutación de los metales, La única manera de espiritualizar la materia es aurificándola.

EL PAIS: Si ser místico es hacer oro, ¿qué es ser monárquico?

Dalí: Es creer en Dios. Porque como he dicho y repito, soy quizás el único pintor que nunca se ha querido adherir a ningún partido político. Me se han propuesto los comunistas, los tales, los..., todo el mundo, la falange; todo el mundo ha querido que yo participe en algún movimiento político, pero la monarquía no tiene nada que ver con la política, porque, como usted sabe, viene de una idea ¡me-ta-fí-si-ca! Si se cree, en Dios, desde la primera molécula viviente hasta la última se transmiten biológica y genéticamente. Por eso soy católico, apostólico y romano, y -naturalmente- monárquico, porque me parece que es lo más legítimo; pero el día que llegue una república en cualquier sitio yo seré el primer respetuoso de las medidas que tome. La historia me apasiona, pero la política es la pequeña anécdota de la historia.

Política

EL PAIS: Pero esas pequeñas anécdotas juegan un papel fundamental.

Dalí: No niego el interés que tiene la política; lo que yo digo es que no pertenezco ni quiero pertenecer nunca a ningún partido.

EL PAIS: Se le podría contestar lo siguiente: una persona puede ser católica, apostólica y romana y no ir nunca a misa, y nadie, por, esto, va a decir que esa persona es atea. Traduciendo esto a términos políticos, podemos concluir que no es necesario estar afiliado a un partido para hacer política, y no solamente por aquello de que el hombre es un animal político y entonces todos sus actos llevan esa carga. Por ejemplo: en 1951, en Madrid se realizaba una bienal. Picasso, opositor, trataba de boicotearla; usted, en cambio, pedía a los pintores que mandaran obra. ¿No le parece que tanto Picasso como usted estaban haciendo política?

Dalí: No, no, no; de eso no me acuerdo en absoluto.

EL PAIS: ¿No es cierto?

Dalí: No es cierto, nunca he participado en bienales ni me he ocupado de ellas. Al contrario, cuando llegué a España dije que no se tenía que hacer ningún caso de la tendencia política de Picasso, que pertenecía al patrimonio español. Y también aquello que gustó mucho: Picasso es un genio, yo también; Picasso es un español, yo también; Picasso es comunista, yo tampoco.

En un plano coloquial, Dalí nos confesó ,estar enamorado de Gala, su mujer, «mi Beatriz, la fuente de mi inspiración»; su interés por la negantropía -negación de la entropía-, disciplina que probaría que todo lo que existe es eterno y que hagamos lo que hagamos estamos condenados a ser ángeles, «por lo cual estoy violentamente contra el aborto y la pena de muerte, ya que ambas cosas hace a posible que se supriman ángeles». Tampoco faltaron referencias al Museo-Teatro Dalí, en Figueras, «que rompiendo con la antigua tradición museística, proyectará mis películas -comenzaré con Impresiones de la Alta Mongolia y será un continuo happening donde se reflejará todo lo que pase por mi cerebro». Nos regaló una primicia: «Seré el único original director del único semanario del mundo que se ocupará de todo menos de política, y que convocará a un concurso con importantes premios para quien acierte con la cronología y los títulos de las 87 obras que acabo de donar al Museo-Teatro».

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