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Los "tulios" de la desilusión

Después de transcurrir toda la corrida en un ambiente de gran benevolencia, casi triunfalista, en el sexto, inopinadamente, se produjo un escándalo mayúsculo, el ruedo quedó literalmente lleno de almohadillas, el público increpaba con dureza a la presidencia y al propio matador, porque pretendía hacer faena. ¿Y cuál era la razón? El toro había salido con un pitón muy escobillado.Es curiosa esta reacción del público de San Sebastián de los Reyes, que quizá no tenga parangón en parte alguna, ni siquiera en la plaza de Las Ventas, donde han salido toros escobillados a porrillo y si hubo protestas, éstas eran sólo aisladas y desde la famosa andanada. Más curiosa aún por cuanto un rato antes saltaba al ruedo un quinto toro que era cojo; tenía la cabeza excesivamente astigorda y los pitones evidentemente romos, y nadie lo hizo notar; y antes, en tercero y cuarto lugar, dos animalitos que no tenían trapío ni siquiera para -plaza de tercera categoría, sólo- soportaron una varita y, además, se caían continuamente. O debió ser que lo del escobillado fue la gota de agua que hizo derramar el vaso de la paciencia. El caso es que se armó, y gorda. El público estaba verdaderamente enfurecido porque no se atendía su petición de que devolvieran el toro al corral y no hizo maldito caso a la faena de Ortega Cano, que, dicho sea al paso, era una faenita sin fuste, por debajo de la noble condición de la res, sobrada de desplantes y miradas a los tendidos, igualita que la que hizo al inválido y aborregado tercero, que le valió dos orejas muy benévolas.

Ayer se celebró en San Sebastián de los Reyes la primera corrida de feria con un toro de Tiétar (el primero) y cinco de Isaías y Tulio Vázquez para Pedro Benjumea El Calatraveño y Ortega Cano

Benjumea.- Pinchazo en el que el toro hace un extraño, otro, estocada caída a un tiempo, rueda de peones y dos descabellos (el presidente le perdona un aviso; vuelta con algunas protestas). Pinchazo hondo a un tiempo (oreja). Calatraveño.- Pinchazo, media estocada tendida y dos descabellos (palmas y aludos). Estocada en la que pierde la muleta (oreja). Ortega.- Estocada que asoma por un costado y descabello (dos orejas). Estocada) dos descabellos (algunos pitos). Los toros.- Los tulios, desiguales de presentación, escasos de bravura. Dos impresentables, resultaron flojos y nobles. El lote del Calatraveño (el de más trapío) peligroso. El último tenía escobillado un pitón y por este motivo se produjo un fuerte escándalo. El de Tiétar, cornalón y astifino, manso.

Porque ya queda dicho que la benevolencia era la tónica de la tarde, y gracias a ella Pedro Benjumea se llevó una vuelta al ruedo y otra orejita por dos trasteos sin excesiva importancia. Tuvo más mérito el del primero, un toro manso que buscaba tablas, al que sujetó en los medios con derechazos de costadillo, bastante compuestos. Luego se lo dejó ir a tablas y allí sufrió dos coladas serias, que, aguantó impávido y que le aconsejaron llevarse al animal de nuevo al centro, para seguir con los derechazos. La faena no terminaba nunca. Lo mismo que la del cuarto, que fue no sé si de 100 o de 200 pases, a un torillo bobo, -muchos de ellos mirando al tendido y ninguno con mediana calidad.

El lote más grande y más peligroso fue para El Calatraveño, que parece como si tuviera el santo de espaldas. Al primero le consintió más de lo que merecía su condición de res reservona, que se quedaba y derrotaba, y esto le perjudicó a la hora de matar, pues siempre que hacia la suerte se encontraba con unos pitones arriba que le cerraban el paso. En el otro, cuyo peligro se derivaba de los mismos defectos, y que le pegó un serio achuchón al torear de capa, después de intentar derechazos y naturales acertó con el muleteo adecuado: pases de castigo y de pitón a pitón con los que le ahormó la cabeza, y que dejaron al toro perfectamente preparado para matarlo a volapié.

Los famosos tulios nos desilusionaron. La presentación fue muy desigual, no hubo fuerza, la nobleza llegó a lomos de dos borregos inválidos, cuando salió a relucir la casta fue acompañada de peligro, poca bravura. Estos no son los tulios del recuerdo, los que echamos de menos en Madrid; ni tampoco los que vimos en Pamplona y que dejaron en un digno lugar a la divisa. Queremos pensar que estos cinco tulios de San Sebastián de los Reyes salieron así para disimular.

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